lunes, junio 4

IASADE -104-


Era el segundo día de clase oficial, pero por lo que había leído en la página web de la Universidad, el primer día sólo asistían los alumnos de primero para la presentación del curso y ella no era ninguna primeriza. Por lo que había podido leer en los papeles del resguardo de su matrícula ficticia, sus asignaturas pertenecían al tercer curso y se trataba de un Erasmus. Y por lo que había encontrado informándose en Google, el Erasmus era una beca para estudiar en el extranjero durante un único curso lectivo de nueve meses.

Es decir… ella era una estudiante española de Erasmus cursando asignaturas de tercero, al igual que Isaac.
Después de dar con él la noche anterior y una vez que el muchacho se hubo quedado profundamente dormido con la música sonando a través de sus auriculares, estuvo leyendo su agenda para contrastar la información y para, de paso, memorizar el número de las aulas. En su piso, le dijo los números a Mikäh consciente de que permanecerían poco tiempo más en su memoria y le encomendó que la guiara a las clases dentro de la Facultad.

Un sinfín de alumnos deambulaba por los pasillos, buscando sus respectivas aulas y tan desorientados como turistas novatos en una ciudad nueva. Y a pesar de que nadie le dedicaba la más mínima atención, Amiss empezó a ponerse nerviosa. La posibilidad de que alguien la rozara sin darse cuenta o de que alguien le hiciera de improviso una pregunta inesperada, la aterrorizaba. Y a pesar de no necesitar respirar, de repente empezó a sentir que le faltaba el aire.

- Cálmate.- dijo Mikäh, con tono sereno.- No pasa nada.

“Claro, es muy fácil decirlo”, pensó para sus adentros. Se sentía desnuda y vulnerable, expuesta a una interacción humana que escapaba por completo a su control.
Guiada por el alma blanca llegó a la segunda planta, al segundo anillo en torno al cilindro de aire que ocupaba el corazón del edificio. Allí no había paredes de cristal que delimitaran una frontera, sino una simple barandilla fina y blanca. Si alguien quisiera saltar al vacío, ninguna barrera física se lo impediría

- ¿Crees que a alguien le ha dado por tirarse al vacío desde ahí?- preguntó Mikäh, acercándose a la barandilla y asomándose hacia abajo.- Seguramente no, la Facultad es muy reciente. Dentro de unos años, cuando los alumnos menos aventajados no consigan salir de aquí, tal vez haya más de uno que…

Amiss lo acalló con una mirada furibunda y el falso ángel se encogió de hombros.

- Perdona, se me ha ido la lengua. Esa es tu clase, Amiss.

Se detuvo delante de la puerta abierta que Mikäh le señalaba con el dedo y que tenía la inscripción 2-B en una placa negro sobre el dintel, incapaz de dar un paso más. El alma blanca sonrió con ternura y se aproximó a ella desde atrás, colocándole las manos sobre los hombros y acercando la boca a su oído.

- No tengas miedo, puedes hacerlo. Céntrate en Isaac y todo irá bien.

Ella asintió y avanzó con resolución.

- Amiss, respira.

Volvió a asentir, a tomar aire y a expulsarlo fingiendo la respiración humana. Se ajustó mejor los tirantes de la mochila al hombro (una mochila en distintas tonalidades de verde que había aparecido mágicamente sobre su mesa, llena de papeles, lápices de todas clases, gomas de diferentes durezas y alguna cosa más que desconocía) y apretó el paso cuando vio aparecer a una joven que se dirigía a la misma clase.

1 comentario:

Anaid Sobel dijo...

Pobrecita Amiss que nos está acojonada ante las clases!
Áis, quiero saber quien acaba de entrar jujuju

me encantas :D