domingo, octubre 3

Latidos en estéreo

De pequeña se preocupaba mucho por el latido de su corazón. Apoyaba la mano en su pecho, cerraba los ojos y se concentraba profundamente en encontrar, en algún punto bajo la coraza que eran sus costillas, el palpitar incesante que bombeaba sangre a todos y cada uno de los rinconces de su cuerpo.
Pero no lo conseguía localizar. El latido retumbante no se escuchaba sólo en un lugar en concreto, sino que resonaba por todas partes: en la garganta, en los oídos cuando se los tapaba, en las palmas de las manos y en las plantas de los pies, que se movían al ritmo que marcaba su corazón cuando los dejaba quietos.
Latía con fuerza, demostrando su naturaleza sísmica. Si se tumbaba en la cama, ésta se movía bajo ella obediente a las órdenes de su corazón. Todo su ser palpitaba, gritando que estaba vivo, sacudiendo el mundo a su alrededor con cada respiración.
Pero... ¿por qué no se escuchaba dentro de su pecho, donde debería oírse mejor?
A lo mejor su corazón era más grande de lo normal y abarcaba más espacio. O tal vez sus latidos se comportaban como las ondas en el agua, surgiendo de un punto que desaparece rápidamente y extendiéndose lo más lejos posible. O quizá sólo tenía un corazón cantarín y charlatán que ansiaba comunicarse con el resto del mundo en voz bien alta.

2 comentarios:

Amalia J. Catena dijo...

es como si ya hubieras leido mi mente, como si mis propios pensamientos se hubieran transpasado por el cordón que un día nos unió físicamente... me veo reflejada en tus propios latidos.

InfusiónDeLotoNegro dijo...

Ella estaba buscando latidos, pero nunca decían lo que ella quería oír.
Sin duda estamos ante otro corazón delator, que hace lo que quiere…
: )

(Mi texto no iba por el destino, pero gracias por pasarte siempre)

Yo sigo cayendo suavemente en este colchón de palabras que nos preparas siempre.
Gracias también por eso.