miércoles, junio 30

IASADE -25-

Cassia sobrevolaba la ciudad como una efímera sombra, hambrienta. El hecho de haber favorecido el encuentro de un alcohólico con su bebida y droga predilecta no había sido más que un ligero aperitivo, que le había abierto el apetito; estaba sedienta de crueldad y la voracidad de su naturaleza le pedía a gritos el concederse un capricho. Ella, al igual que todos los no mortales con excepción de los Ángeles y Demonios, tenía prohibido modificar el destino humano coartando o suprimiendo el libre albedrío. Pero las reglas existían para romperlas y a veces Cassia tenía la necesidad de saltarse las indirectas y matar con sus propias manos. Y antes de comer, por supuesto, se divertía un poco jugando con la comida.

Satzsa le había advertido de los riesgos consecuentes de tales licencias, ya que si alguno de los Vigías la descubría in fraganti no tendría ni un segundo para despedirse de su existencia. Pero como su mentora que era, también le había enseñado a ser sigilosa, invisible e implacable. A no dejarse atrapar.

Sintiéndose como probablemente lo haría un halcón de cacería, saboreando de antemano la sangre, buscaba una presa adecuada. Sin embargo, había una importante diferencia entre el supuesto halcón y ella: mientras que en la naturaleza los fuertes se alimentaban de los débiles, Cassia no quería una presa fácil.

Unos metros por debajo, en la puerta de un lujoso hotel de alta categoría, se desplegó un abanico de flashes cegadores que llamó su atención. Descendió para ver mejor y distinguió a un hombre de mediana edad, elegantemente trajeado, apuesto y de apariencia imponente, el objetivo de todas las cámaras. Probablemente un famoso; actor, escritor, cantante… a Cassia tanto le daba. Lo que sí era un buen aliciente, sin embargo, era el grupo de guardaespaldas armados y con gafas de sol que lo rodeaba… y también el cuerpazo del individuo: fuerte, alto, atlético. A Cassia se le hizo la boca agua al pensar que, ya de paso, también podía aprovechar semejante juguete para saciar otro tipo de apetitos. Sonrió y cayó en picado hacia una calle lateral cercana al hotel.

Minutos después se abría paso entre la apretada multitud de periodistas y fotógrafos que lanzaban a gritos preguntas al aire y disparaban frenéticos sus cámaras, desoyendo por completo las advertencias de los guardaespaldas y tentados de cruzar la cinta de seguridad que rodeaba el perímetro. El famoso en cuestión saludaba con una sonrisa de dientes impecables, a salvo entre dos enormes mamotretos con pistola y pinganillo, respondiendo amablemente y en voz alta, satisfecho al parecer con el revuelo que había causado su llegada. Cassia logró llegar hasta la cinta de seguridad y, con una libreta en mano y una pluma detrás de la oreja además de su mejor sonrisa, alzó una mano para reclamar su atención mientras desplegaba todo su poder de seducción.

- ¡Disculpe, señor! ¿Cuál es el motivo exacto de su visita al Grand Royale?

Era una pregunta que seguramente ya habría contestado, pero no pareció en absoluto molesto por tener que repetir de nuevo la respuesta. Cassia advirtió que se la comía con los ojos.

- He venido a descansar un poco después del rodaje de mi última película. El spa de este hotel es uno de los mejores que he conocido.

Actor, cómo no.

- ¿Cuándo será el estreno de dicha película? Soy una fan suya y me muero de ganas por… verla.
- Se estrenará de aquí a dos semanas.- el hombre la devoraba con la mirada, ignorando por completo las preguntas con las que lo acosaban los demás periodistas.- Me alegro de conocer a una admiradora mía tan fiel como usted. Podría firmarle un autógrafo… e invitarla a la rueda de prensa privada que daré ahora mismo en el hotel.
- ¡Oh!- exclamó Cassia, fingiendo emoción e incredulidad.- ¿De verdad? ¡Dios mío, sí! ¡Estaré encantada de acudir!
- Estupendo entonces, acompáñame...

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