sábado, enero 23

Nueva Nadia: Capítulo 8, parte 3

Garue se sentó junto a la fogata y sacó un enorme cuchillo de uno de sus fardos. Cogió una de las liebres y, con gesto experto, comenzó a despellejarlo. Iluna, con las manos apoyadas en la cadera, le preguntó con curiosidad.

- ¿Se puede saber qué haces?
- Cocinar la cena.- contestó él, con sorna.- ¿No es obvio? ¿O es que pretendías comértelos crudos? Ya sé que nunca has destacado por tu finura, Xisel... pero creo que a nuestros invitados les gustará más la cena si está cocinada.
- Tú no vas a cocinarlos.- dijo, acercándose.- He probado tus comidas, Garue... y no quiero que los chicos se mueran intoxicados.
- Exageras.
- Yo creo que no. Tus guisos son verdaderamente repulsivos y además, tienes tendencia a quemar la comida. Tú ya no lo notas porque tu sentido del gusto debe haberse atrofiado.
- Yo cocinaré, Xisel.- insistió con firmeza.
- No lo harás.- replicó a ella, cogiendo a la liebre de las orejas y tirando de ellas para arrebatársela.

Nadia sonrió divertida y Mielle resopló.

- Parecen críos.- murmuró, bufando exasperada.
- ¿Por qué se comportan así?- preguntó Aldren.
- Supongo que porque en el fondo quieren ocultar que desean llevarse bien.- respondió Nadia.
- Pues a mí poco me importa el porqué de su comportamiento.- dijo Mielle, poniéndose en pie y alisándose la falda del vestido con las manos.- Tengo mucha hambre y sin ninguno de los dos va a ponerse de acuerdo, ya lo haré yo.

Iluna y Garue ya no prestaban atención a las liebres. Estaban enzarzados en una de sus habituales peleas, muy ocupados chillándose improperios y lanzándose amenazas mientras agitaban las manos con frenesí. Mielle, con aire diligente, se acercó al fuego y despellejó los animales. Los cortó a trozos y los colocó cuidadosamente al fuego, bajo su atenta mirada. Nadia se levantó y se sacudió la ropa, que estaba húmeda y manchada de tierra.

- ¿Me ayudas a colocar las tiendas, Aldren?
- Por supuesto.- dijo él automáticamente.

Cuando Mielle hubo retirado la carne de las llamas y la hubo colocado en una bandeja metálica, Nadia se aproximó con cautela a los rastreadores, que seguían completamente ensimismados en su discusión. Carraspeó en voz alta para llamar su atención, pero la ignoraron. Con sus gritos, seguramente ni la habrían escuchado.

- ¡Eh!- dijo, de nuevo sin resultado.- ¡Joder, callaros ya!

Iluna y Garue, molestos por la interrumpción, se volvieron hacia ella con ojos que echaban chispas. Nadia sonrió inocentemente.

- Niños, la comida está lista.

Iluna parpadeó sorprendida y Garue frunció el ceño. No pasaron ni tres segundos para que ambos la hicieran el blanco de su furia.

- ¿Me has llamado niña?- chilló Iluna, enfadada.- ¿Niña? ¿Tienes idea de cuántos años te saco, enana? ¡Muchos más de los que crees! ¡No te atrevas a hablarme así, Nadia, y no me des la espalda!
- ¡Si no fuera porque el hecho de que tienes el poder de Ärale dentro de ti me inspira bastante respeto, te daría unos azotes!- exclamó Garue.- ¿Me oyes?

Nadia se dio la vuelta y los taladró con una severa mirada que los hizo callar repentinamente.

- Muy bien. Si no queréis cenar, mejor para nosotros. Más comida tendremos. Pero una cosa... si vais a seguir discutiendo tal vez podríais iros al otro extremo del bosque porque el ruido es bastante molesto.

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