jueves, enero 21

Nueva Nadia: Capítulo 8, parte 2

Nadia no supo qué más decir, así que optó por guardar silencio y ambos esperaron a los demás apoyados el uno en el otro, sintiéndose aliviados por el viento frío y sumidos en sus pensamientos, observando de forma ausente el lago Fronne y la oscuridad de la noche.
Tras unos minutos que a la muchacha se le antojaron una eternidad, unos crujidos procedentes del bosque hicieron que girara la cabeza. Mielle, resoplando y peleándose con las traicioneras raíces de los árboles, apareció con un montón de leña cargada sobre sus brazos. Nadia se levantó con la intención de ayudarla, pero la joven negó enérgicamente con la cabeza.

- Quédate donde estás, puedo apañármelas perfectamente.- sin embargo Nadia la ignoró y se incorporó de todas formas.- ¡Aldren!- protestó Mielle.

El muchacho la agarró por la falda del vestido y tirando de ella la obligó a sentarse de nuevo a su lado, impasible ante la mirada fulminante que la joven le dedicó. Mielle llegó hasta el centro del claro y apiló la leña de forma ordenada y metódica. Observó a Aldren con gesto inquisitivo y éste, con una débil sonrisa, se limitó a soplar. Unas vivaces llamas anaranjadas prendieron inmediatamente sobre la madera, devorándola con voracidad y danzando alegremente sobre ella. Cuando las dos amigas lo contemplaron con incredulidad, él se limitó a encogerse de hombros.

- Siempre se me ha dado bien el fuego.- explicó con modestia.

De entre los árboles se alzó el espeluznante aullido de un lobo, seguido de otro más igual de estremecedor. Mielle, dando un respingo, empuñó de nuevo el hacha y se arrimó a sus compañeros escudriñando el límite del bosque con desconfianza.

- ¿Qué coño ha sido eso?

Nadia la miró con asombro y se echó a reír.

- ¡Tú también hablas tan mal como yo!

Mielle frunció el entrecejo sin dejar de mirar a su alrededor con aprensión.

- Tranquila. Son Iluna y Garue... han salido de caza.

Mielle suspiró, obviamente más relajada, y soltó el hacha. Miró al lago y dijo:

- Ese es el Lago Fronne, ¿no?
- Eso creo.- asintió Aldren.
- ¿Hacia dónde iremos?- preguntó con curiosidad.
- No lo sé... pero vamos a tener que andarnos con cuidado. Erasto sin duda ya habrá enviado mensajeros a otros tronos para avisarles de nuestra escapada. Tendremos que evitar las ciudades grandes.
- Va a ser un viaje difícil.- comentó ella.

Nadia miró las copas oscuras y altas de los árboles, pensativa. Sí... sin duda no iba a ser un viaje fácil. Dos siluetas oscuras y elegantes aparecieron entre los troncos de los pinos y quedaron iluminadas cuando irrumpieron en el claro, gracias al resplandor de las llamas. Dos lobos, uno más claro que otro, que sujetaban entre sus fauces una liebre cada uno. Los animales, con pasos lentos y majestuosos, se acercaron a la fogata y dejaron a sus presas sobre la tierra. Después brillaron con auras azul y púrpura y Garue e Iluna aparecieron ante ellos, sonrientes.

- Buena caza, ¿eh?- comentó el rastreador, satisfecho.
- Muy buena.- asintió Iluna.
- Sabía que haríamos un buen equipo.- añadió él, con tono juguetón.
- Sí, aunque por supuesto... yo sola lo habría hecho mucho mejor.

La sonrisa del ninpou se hizo más amplia, como si aquellas palabras fueran precisamente las que esperaba escuchar. Miró la hoguera y les hizo un guiño cómplice.

- Buen fuego.

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