domingo, octubre 11

Hacia atrás en el tiempo (7)

Dieron las once y cuarto y mis amigos y yo, puntuales, bajamos a la cafetería como cada día de la semana. Ya había allí algunos alumnos, junto a la barra, peleándose por ser atendidos primero por la chica que vendía las golosinas y los refrescos, mientras que un par de profesores permanecían apartados en una esquina, tomando a pequeños y pausados sorbos sus tazas de café.

De las cinco mesas que había en la cafetería, dos de ellas estaban aún libres, por lo que nos dirigimos a la más cercana a las ventanas abiertas que daban al patio exterior, donde la mayoría de los adolescentes pasaba el recreo, jugando a fútbol, baloncesto, o hablando en grupos. Me senté en uno de los altos taburetes, puse la mochila a mis pies y enterré la cabeza entre mis brazos. Cerré los ojos con fuerza, deseando desaparecer de allí.
Pero obviamente, no desaparecí.

- Ana, hay alguien que te está esperando.- dijo la voz de Macarena.

Levanté la vista y lo vi junto a la puerta que daba entrada a la cafetería. Tenía las rodillas ligeramente flexionadas, las manos juntas y la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, con expresión de cachorro abandonado. Esperándome. Suspiré.

- ¿No vas a ir?
- Sí voy a ir.- repuse, bajándome del taburete.- Maki... si no vuelvo, ¿puedes subirme la mochila a clase?
- Vale.
- Gracias. Hasta luego.

Crucé la cafetería hasta la puerta sin saber hacia dónde mirar. Me sentía acorralada, entre la espada y la pared, sin opciones. Había llegado el momento de hacer tripas corazón y cuanto más pensara sobre ello, peor iba a ser. Intenté dejar mi mente en blanco, situarme cinco años atrás y ver aquello de la forma menos negativa posible. No lo conseguí.

Javi me esperaba, sonriéndome nervioso. Sin decirme nada me tendió la mano y me condujo por los pasillos del instituto hacia el exterior, a la mañana fría de aquel diecisiete de octubre. Nos dirigimos a un lugar donde había poca gente, cerca de la puerta por la que entraban los vehículos, y allí nos detuvimos. Yo sabía lo que se me venía encima, y la urgencia de salir corriendo estremecía todo mi cuerpo.

- ¿Has leído mi carta?- me preguntó, en voz baja.
- Sí.- contesté. Tenía la boca seca y las mejillas ardiendo.- Lo siento, Javi... por ponerme enferma, quiero decir...
- No te disculpes por eso, tontilla.- me dijo, sonriendo.- Lo importante es que te tengo ahora a mi lado y... y que puedo hacer esto...

Oh, no, pensé. Había llegado el momento. Javi me miraba fijamente y yo ni si quiera era capaz de sostenerle la mirada. Se inclinó hacia mí, cada vez más cerca. Mi mente gritaba que no, que no podía permitir aquello, pero sabía que tenía que hacerlo. Tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para clavarme allí en el suelo y no apartarlo de mí. Cerré los ojos cuando sus labios tocaron los míos, al principio con suavidad y con más intensidad después. En ese instante mi mente se quedó en blanco, en silencio, superada por la gran cantidad de sentimientos simultáneos que experimenté en pocos segundos. El latir de mi corazón me dolía dentro del pecho y una lágrima se escapó de mis ojos sin que me diera cuenta.

Me sentía mal. Estaba dejándome besar por una de las personas que más daño me había hecho a lo largo de mi vida, por alguien que se había aprovechado de mí y me había herido sin demasiados miramientos. Por alguien que me había mentido. Aparte de eso, estaba besando a alguien que no era mi Daniel y eso me hacía sentir increíblemente culpable. Y más culpable que me sentía al estar besando precisamente a Javi, por todo lo que me había hecho. Estaba traicionando a mi novio con mi odiado ex. Era una ironía inmensamente cruel.

Y sin embargo, a pesar de lo mal que me sentía, en cierto modo... era natural. Advertí, con contradicción, que no sólo me estaba dejando besar sino que además yo también estaba participando en el beso. Besar a Javi era natural, como un viejo hábito que había retomado otra vez después de unos cuantos años. Era fácil, sencillo, y dejando de lado mis sentimientos, no era tampoco desagradable. Nos sincronizábamos perfectamente sin tener que pensar sobre ello. Al fin y al cabo era lógico, pues estaba besando de nuevo a la persona que me había enseñado a besar.

Al apartarse de mí, la amplia sonrisa de Javi se congeló en sus labios al ver la lágrima que corría por mi mejilla. La borró con gesto preocupado.

- ¿Qué te pasa?- preguntó alarmado.
- Nada.- mentí.- Nada, nada, de verdad. No te preocupes.
- ¿En serio? ¿Me prometes que no es nada?
- Te lo prometo.

Volvió a sonreír y me besó otra vez. Luego me abrazó y apoyó su cabeza en la mía.

- Besas muy bien.- comentó.- Me has sorprendido. ¿De verdad este ha sido tu primer beso?
- Sí.- mentí.
- ¡Pues debes tener un talento innato! A saber lo que llegas a hacer con el tiempo. ¡Estoy ansioso por descubrirlo!

Se apartó de mí y me observó atentamente. Me ruboricé.

- Te quiero, Ana.

Sus palabras no me conmovieron. Sabía que en aquel instante eran ciertas. Recordé que la primera vez que dije "Te quiero" me resultó difícil, y que él me tuvo que ayudar a terminar la frase. Ahora se esperaba de mí que le contestara, pero las palabras se negaban a salir de mi boca.

- Yo también.- murmuré, de forma casi inaudible.

3 comentarios:

Shadow dijo...

Pobrecilla Ana... Tener que interpretar su papel, fingiendo que no pasa nada y que todo va bien... Habría que tener mucho valor para aguantar eso.
Aunque yo aprovecharía para hacer mejor los exámenes (hay que verle el lado positivo a las cosas, ¿no? xD).
Y como todo esto está basado en hechos reales, diré que ese Javi (y eso que aún no conozco toda la historia) es un !(·&"$"(I=!! de aúpa, y nunca podría merecer una sola lágrima tuya ;)
Un beso
Carlos

PD: Primens! ^^

Anaid Sobel dijo...

Ana es una actriz excelente, de esas que actuan de verdad y que parece que es real cuanto hacen.
Ana es un alma que sufre en silencio y que finge ser quien no es con una facilidad asombrosa...

Espero que no tenga que fingir siempre...


besos griseS*

sugisaki dijo...

No me he podido aguantar, y he tenido que leerlo >.< pensaba reservar la lectura para otro día que estuviese aburrida pero bueno me ha encantado,a quneu algo triste.