martes, octubre 16

IASADE -108-


- Así que eres de Galicia. Tienes razón, no se te nota el acento.
- He vivido aquí y allá. Ni siquiera mis padres… tenían.

Amiss había pensando mucho respecto a la historia de su nueva identidad. Ángela era una chica con recursos y económicamente independiente que vivía sola con bastante comodidad, por lo que necesitaba una coartada creíble para todos esos lujos. Tirar de la lotería era demasiado socorrido, así que había decidido solucionar el asunto con un cuantioso legado familiar heredado tras la muerte de sus progenitores. Pero Isaac no advirtió el uso del tiempo pasado.

- A mí me pasa algo parecido. Yo soy de Barcelona, pero mi madre es francesa y su español es muy neutro.
- ¿Sabes francés entonces, además de italiano?
- Sí.

Decir “yo también” hubiera sonado demasiado sospechoso.

- Qué suerte.- musitó, haciéndose una nota mental para fingir no tener ni idea de francés.
- Si quieres te puedo enseñar.- ella lo miró, impasible.- Prometo no cobrarte.
- Me lo pensaré.- mintió.- ¿Tú también estás aquí de Erasmus?
- Sí.- asintió, masticando. Su sonrisa se evaporó.- A mis padres… bueno, a mi padre nunca le ha gustado que me dedicara al arte, así que me harté de él y me vine aquí sin su consentimiento.- su silueta empezó a brillar con un aura rojiza, levemente.- Y si puedo extender la beca, no pienso volver.- Isaac meneó la cabeza, sacudiéndose de encima la seriedad.- ¿Qué piensan tus padres de tus estudios?
- No lo sé.- contestó, eligiendo sus palabras con cuidado. No tuvo que esforzarse demasiado por parecer apenada, ya que se limitó a dejar salir las emociones, procedentes de sus propios problemas, que intentaba reprimir todo el tiempo.- Murieron hace tiempo.
- Vaya…- el muchacho soltó el napolitano encima del plato, con los ojos muy abiertos.- Lo siento mucho…
- No pasa nada.
- De verdad, perdona…
- Tranquilo.- sonrió ella, al ver su expresión acongojada.- No podías saberlo y además, ya han pasado cinco años. Pero supongo que no hubieran estado en desacuerdo con mi elección, siempre me animaron a hacer lo que me gusta.

Y a pesar de que estaba interpretando, siguiendo al dedillo el guión de su historia inventada, se sintió una mentirosa de verdad. Gwen, la madre de Cassidy, no había apoyado a su hija en todo lo que había decidido hacer.

- Eso sí que es una suerte… nada comparado con saber hablar francés.

Amiss asintió sin decir nada. Le costó volver a poner freno a sus sentimientos negativos para parecer alegre y despreocupada de nuevo.

- ¿Y dónde vives? ¿Por aquí cerca?
- Relativamente, la calle se llama Via Vittorio Venetto. Es un apartamento que comparto con tres chicos más. No está nada mal… de hecho, está bastante bien. Y los chicos parecen majos. ¿Y tú?
- Vivo sola y más cerca que tú, justo delante de la facultad de Ingeniería.
- Un piso tan cerca del campus y sin compartirlo con nadie…- silbó.- Tiene que salirte muy caro.
- Sí, pero mis padres me dejaron algo cuando se fueron.
- No quiero parecer indiscreto, ni cotilla.- se metió el último napolitano en la boca y adoptó una expresión seria, ligeramente intimidante.- ¿Pero puedo preguntarte qué les pasó?

Amiss dejó que transcurrieran unos segundos para crear el suspense y la duda adecuados.

- Nada extraordinario… Fue un accidente de tráfico. Un conductor borracho les hizo salirse de la carretera y… no sobrevivieron. ¿Puedo yo preguntarte por qué no le gusta a tu padre que estudies arte?

Isaac sonrió tristemente.

- Supongo que no me puedo negar, después de todo lo mío no es tan dramático como tu pérdida. – suspiró.- Verás… mi padre quería que le sucediera en la empresa familiar, una empresa maderera. Está muy orgulloso de cómo su bisabuelo, su abuelo y su padre han levantado y mantenido a flote el negocio, así que quedó muy decepcionado cuando le dije lo que quería estudiar. Sumándole a eso el hecho de que ni entiende ni le interesa el arte… me dejó bien claro que le había fallado como hijo.- el halo carmesí cobró intensidad.- Me dijo que nunca sería un hombre de verdad y que jamás podría ganarme la vida con mi propio trabajo y sudor. Y yo le juré que no volvería hablarle hasta que pudiera demostrarle que se equivocaba.

El resplandor palpitante confirmó determinantemente sus palabras, firmándolo con el nombre de Ambición. Contuvo una sonrisa de alivio.

- ¿Y cómo va el propósito?
- Pues espero que este año me vaya mejor.- admitió, con una mueca.
- Seguro que sí, ya lo verás. Yo te ayudaré.
- ¿En serio?- preguntó él, levantando una única ceja.- ¿Y a qué se debe tanto altruismo?
- Me has caído bien.

Isaac rió y Amiss dudó que hubiera tomado en serio sus palabras.

- Ya tenemos algo más en común aparte del idioma: tú también me has caído bien.

1 comentario:

Shadow dijo...

Bueno, yo en cierto modo entiendo al padre. Es obvio que se ha pasado de brusco, pero es difícil aceptar que una empresa en la que has invertido tanto esfuerzo acabará en manos ajenas a tu familia. Por no mencionar que vivir del arte es más bien complicado, claro.
Pero bueno, supongo que Isaac lo conseguirá, que para eso tiene a Amiss de su lado. Lo único... ¿Cuánto tiempo va a tener que quedarse con él? Porque entre la carrera, vender los primeros cuadros y demás, veo difícil que lo arregle tan rápido como los encargos anteriores.

Oye, me encanta eso de pedirte que subas Iasade y lo hagas, ¡lectura a la carta! xD Nah, en realidad me encanta lo que escribes, sea lo que sea :)
Y sí, me quedó muy barroco el texto, pero me apetecía darle a las metáforas y a la redundancia. A veces me da el punto, no sabría explicar bien por qué.

Muchísimos besos y ánimo (¿qué tal por Restauración?)