martes, octubre 23

(Escuchando)

Ya no recordaba cuántos años habían pasado desde su llegada, pero sí el lugar que le habían asignado en el patio el primer día, entre el rosal azul y la jaula de los colibrís cantores. El señor, fascinado por sus dotes extraordinarias, la había hecho llamar a su humilde hogar para concederle el honor de formar parte de su colección de tesoros. O al menos, esa era la versión oficial que se le había dado a conocer al pueblo, porque la realidad era que la había apresado y alejado de su familia en contra de su voluntad para desposeerla de su humanidad y reducirla a poco más que una posesión valiosa por su rareza. Sola y desarraigada.
Triste.
Nunca la había visto sonreír, ni siquiera cuando sus palabras eran buenas y hacían felices a otras personas. Y aunque también habían pasado bastantes años desde la última vez que habló, no he olvidado su voz. Sus canciones eran sólo un canturreo sin letras ni sentido, otra forma más que tenía de llorar y de consolarse a sí misma en aquella soledad que la encarcelaba.
El patio estaba ahora hueco y sucio. Los rosales se habían secado y los colibrís escaparon poco después de que el castillo quedara desierto, junto a los demás animales. Los soldados a los que el señor asignó la tarea de vigilarla se marcharon tras varias semanas, y ningún refugiado de la guerra había alcanzado todavía los muros. Estábamos solos y aún así para ella seguía siendo imposible abandonar aquel lugar. Pocas veces salía fuera, pero de vez en cuando bajaba al patio para barrer las cenizas y las hojas muertas que arrastraba el viento. Se sentaba en el suelo frío, lloraba un rato y permanecía en silencio observando el cielo negro.
Prestando atención a aquellas voces que le hablaban solo a ella, que le contaban secretos y la ataban a su destino de forma ineludible, a aquellas voces en las que buscaba desesperadamente una solución.
Escuchando.

[Imagen por Jane-Beata]

1 comentario:

Anaid Sobel dijo...

Cuanto, cuantísimo te echaba de menos Energeia.
Que ganas de tener internet de nuevo solo para poder volver a embeberme de tus letras, tan maravillosas como toda tu.
Me encanta.
¡Me encantas!
Por dios, que pasada
*_*


Besos grises desde mi/tu/nuestro Palacio de Plata