viernes, enero 13

IASADE -94-

Un destello entre las hojas la distrajo inevitablemente, desviando la atención de Satzsa por un segundo que Cassia no dudó en aprovechar para golpearla en el estómago y tirarla de espaldas al suelo. El salto que dio lejos de la Diablesa, en dirección a Corazón que yacía oculta bajo la hojarasca húmeda, fue interrumpido por la cola de Satzsa, que culebreó en el aire y le castigó el tobillo con un latigazo que la hizo caer. Cassia gruñó y levantó la cabeza a tiempo de escuchar un crujido entre las ramas de los árboles y de ver una sombra oscureciendo el cielo sobre su enemiga.

La túnica de Mikäh, normalmente de un blanco puro e inmaculado, estaba manchada de verde sucio, marrón y gris. El alma blanca, aprisionando el cuerpo de la Diablesa entre sus piernas, inclinado sobre ella y rozándole el cuello con el filo de su espada celestial, parecía increíblemente agotado, a duras penas sin una chispa de energía. Y aún así una rabia salvaje y satisfecha hacía resplandecer su rostro, convirtiéndolo en una visión espléndida muy cercana al sentimiento de la pasión sólo propio de los humanos. Cassia se levantó rápidamente, recuperó a Corazón calmando así su ansiedad y apuntó con ella a Satzsa, que permanecía completamente inmóvil.

- Traidora... acabaré contigo. Te arrebataré la existencia que te regalé en su día y te reduciré a la nada.- masculló.
- Con amenazas imposibles sólo te humillas a ti misma, serpiente.- respondió Mikäh, con voz contenida.- No puedes escaparte de esta. Ael habrá terminado ya con tu amigo y no tardará en volver.
- ¿Y por qué esperas al palomo, falso ángel de mierda? Destrúyeme tú mismo si eres capaz.
- Soy más que capaz y además, me muero por hacerlo. Pero ni yo ni Ael vamos a destruirte aún.

Satzsa giró la cabeza para encontrar sus ojos con los de Cassia. Ojos que ardían como brasas, ahogados en odio y desprecio. La Nocturna apretó la empuñadura desnuda de Corazón en la mano.

- ¿Ah, no? ¿Qué vais a hacer conmigo entonces? ¿Conservarme como mascota, o llevarme al circo del Cielo como atracción mensual?
- No puedo negar que serías un espectáculo interesante. Una Diablesa corrupta... bueno, corruptos estáis todos, pero me refiero a una Diablesa humanizada. Aunque no es ese nuestro objetivo. Te vamos a interrogar.

La Nocturna se agachó junto a ella, acortando físicamente la distancia entre ambas; emocionalmente, donde antes no habían existido limites, ahora había un hondo abismo.

- Me vas a contar la verdad que me has ocultado siempre.
- Y además de traidora te has vuelto imbécil e ingenua del todo. Te has perdido en la confianza y en la fe ajena.
- Ni mucho menos.

Ael apareció sorteando los troncos, pisando silenciosamente las hojas caídas que alfombraban el bosque. Su fría espada celestial, manchada de negro, captaba y reflejaba los infinitos matices relucientes del sol que amanecía.

- No es confianza ni fe ajena sino certeza absoluta lo que me hace capaz de asegurar que acabarás cantando como un ruiseñor. Incluso puede que te salgan alas y todo.

El Ángel envainó la espada y se desabrochó de la muñeca una pequeña cadena plateada y sencilla, que en sus dedos creció y se alargó imposiblemente. Con ella rodeó el cuello de la Diablesa antes de cerrarla en torno a sus muñecas y tobillos. De un tirón, la obligó a levantarse. Su mirada, de orgullo gravemente herido, quemaba tanto que Cassia pensó que derretiría el metal celestial con un simple vistazo.

Caminando detrás de Satzsa, la Nocturna tuvo la impresión de sentir, en alguna parte de sí misma, el aguijonazo de la culpabilidad por un segundo. En algún lugar que ya quedaba vaga y profundamente enterrado en su interior y que no daba espacio al arrepentimiento. También, sin saber porqué, recordó a  Amiss y se preguntó si se sentiría sola sin sus dos escoltas habituales.

1 comentario:

Anaid Sobel dijo...

Sabes ya que ME VUELVE COMPLETAMENTE LOCA esta historia verdad?¿
Dios, no se cuanto llevo enganchada
*_*
Es que mira que escribes bien, por dios.

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