domingo, marzo 27

IASADE -67-

- Eres la otra luciérnaga que estaba con Amiss, la de las alas falsas.- dijo Cassia en un susurro apenas audible, sintiendo que de repente temblaba de la cabeza a los pies, y no por temor.
- ¡Bingo! Veo que ya me has echado el ojo... sé que soy irresistible, pero siempre he pensado que a los condenados os iba más el rollo sado y tenebroso, no sé porqué.
- ¿Vamos a estar un rato de cháchara antes de que acabes conmigo?
- En realidad, sí. Tengo curiosidad respecto a unas cuantas cosas y me gustaría pedirte que tuvieras el favor de contestarme con sinceridad antes de que te clave la espada. ¿Te parece bien?
- No mucho, la verdad, pero ya que quieres hablar... ¿podríamos hacerlo de otra forma? Esta postura es un poco incómoda.
- Por supuesto, pero antes... quiero asegurarme de que no intentarás desintegrarme a la primera de cambio.

Y sin apartar la espada de su cuello, el alma blanca la desarmó rápidamente arrebatándole la cimitarra. Cassia rechinó los dientes, furiosa: sin su arma se sentía vulnerable... y odiaba la vulnerabilidad. El metal frío se alejó.

La Nocturna se dio la vuelta para encontrárselo mirándola de frente, aparentemente calmado. Sonriente, incluso, a pesar de no dejar de apuntarla con la espada del Ángel. Se estremeció al hundirse en su mirada parda, en analizar sus rasgos con una insólita e inexplicable avidez. Como si quisiera recordar cada ínfimo milímetro de su piel para el resto de su existencia. Se cruzó de brazos, para reprimir los escalofríos.

- Dime qué quieres saber.
- ¿Por qué tienes tanto interés en Amiss?
- No sé, me cae mal. Es algo natural entre almas blancas y negras, ¿no? Tampoco es tan extraño. Y por cierto, ¿quién eres tú? Es la primera vez que veo a una luciérnaga con alas de mentira.
- Eh, eh, aquí las preguntas las hago yo. Soy quien tiene las armas, así que no te pases de lista conmigo. Lo normal entre condenados y almas blancas es la ignorancia mutua y el desinterés, cada uno va a lo suyo. Hay algo más.
- Me cae mal, ya te lo he dicho. La vi... y no sé, se me atravesó, ¿o es que nunca te ha pasado, ni cuando eras humano?
- No recuerdo mucho de mi vida anterior ya, así que no, no entiendo muy bien de que estás hablando.
- Venga ya, estoy segura de que sí. Apestas a amor, luciérnaga estafadora. No es muy común, ¿sabes? Las almas blancas oleís a piedad, bondad, compasión... pero muy pocos conocéis el amor, porque lo olvidáis rápidamente de camino a la reencarnación. Tú estás bastante cerca de ella y sin embargo, guardas mucho amor dentro de ti. Un amor que palpita cuando la mencionas.
- ¿Mencionar? ¿A quién?
- A Amiss, imbécil. No sé porqué, ni me importa, pero igual que tú la quieres, yo la odio. Se nos ha atravesado de formas distintas, nada más. Aunque mi caso es mucho más lógico. ¿Cómo te llamas?
- No pienso decirte nada.
- ¿Qué más te da? Vas a eliminarme de todas formas. Porque si no lo haces... ten por seguro que no descansaré hasta terminar con ella. Te lo juro.

1 comentario:

Doamna care plânge dijo...

" estoy segura de que sí. Apestas a amor, luciérnaga estafadora""
jejeje me encanto esa parte :)