martes, enero 19

Nueva Nadia: Capítulo 7, parte 6

El vello se le erizó y los ojos se le abrieron por el espanto. Dejó de respirar, aterrorizada ante la idea de que Iluna se lanzara sobre el rastreador dispuesta a matarlo, en aquel mismo momento. Pero Garue, con calma aparente, se limitó a observarla con fijeza antes de hablar.

- Sé que serías capaz de matarme, Xisel, y quiero cambiar eso. Me creas o no, quiero ayudarte. Si vas a rebelarte ante Erasto vas a necesitarme y lo sabes. Además, tengo alguna información que podría resultaros útil.
- ¿Cómo cuál?
- Sé bastantes cosas acerca de los vaheri que tú desconoces. El año pasado me capturaron.
- ¿Qué?

El tono aparentemente despreocupado de Iluna se rompió en alarma al escuchar aquello.

- Me atraparon para interrogarme, ya que aparte de ninpou soy un buen espía. Me... torturaron, pero no consiguieron arrancarme ni una palabra.- se quitó la bufanda que siempre llevaba al cuello y les enseñó un tatuaje retorcido y negro.- Éste es el recuerdo que me dejaron. La... tinta, por así decirlo, está impregnada de una sustancia tóxica que reacciona cuando utilizo mi magia. Es bastante doloroso, pero ya me he acostumbrado.
- ¿Cómo escapaste?- preguntó la rastreadora, en una voz que era poco más que un susurro.
- Invoqué a un fénix que me ayudó a huir.

"Phaego", recordó Nadia.

- ¿Recuerdas a mi hermana?
- Arasa.- respondió Iluna.
- A ella también la capturaron.- continuó, desapasionadamente.- Pero no pude salvarla. Cuando la encontré vi cómo dos vaheri la violaban. Por suerte, ella ya estaba muerta.

No había rastro de emoción alguna mientras lo decía, excepto una fría y horrible impasibilidad que conmovió a Nadia en lo más hondo de su corazón y que arrancó unas lágrimas a sus ojos de forma irremediable. Se arrepintió de haber recelado de él y de no haberle un dado un voto de confianza desde el primer momento. Iluna apretó los labios para reprimir el temblor que se había adueñado de ellos y por un instante pareció a punto de extender el brazo hacia Garue. Él continuó hablando, restándole importancia al asunto con un gesto de la mano.

- Quiero vengar a mi hermana.- dijo, ferozmente. Miró a Nadia y esbozó una pequeña sonrisa de disculpa.- Xisel tenía razón después de todo y mi ayuda no es completamente desinteresada, pero me gustaría ofrecerla de todas formas.
- Siendo realistas...- dijo Iluna, intentando no parecer más amable de lo estrictamente necesario.- Tienes razón al decir que nos serías bastante útil. No te impediré que nos acompañes.
- Gracias, Xisel.
- No me las des.- repuso con sequedad.- No me debes nada, porque no te estoy haciendo un favor. Si te permito venir es porque nos eres de ayuda, simplemente. Míralo como una cuestión de puro egoísmo.
- Por supuesto, Xisel.

La media sonrisa que Garue ocultó tras la bufanda hizo saber a Nadia que le estaba la siguiendo la corriente. Para la muchacha era obvio que la rastreadora sentía por aquel hombre una debilidad que nunca admitiría y que intentaba dejar al margen tanto como le era posible para no ser herida de nuevo debido a ella, y por lo visto el ninpou tampoco la había pasado por alto.

- ¿Tienes alguna idea?- preguntó, cruzándose de brazos.- Porque no nos vendría mal alguna sugerencia de cómo salir de aquí.
- Podemos transformarnos.- contestó, encogiéndose de hombros.
- Tú y yo sí, ¿pero ellos?- repuso ella con impaciencia.- Aldren quizá pueda, pero... Mielle y Nadia...- sacudió la cabeza.- Di otra cosa.
- Podemos transformarnos en algo lo suficientemente grande para llevarlos a ellos.- propuso.- Caballos, por ejemplo.
- No sabemos si Aldren sería capaz de transformarse.
- Es cuestión de probar.
- Necesitaríamos salir primero de aquí...
- Nadia puede crear portales.- dijo entonces Aldren, interviniendo.- Puede sacarnos de aquí.
- Sí, ¿pero a dónde?- reflexionó la rastreadora en voz alta.- ¿Más allá de las murallas?- se giró hacia Nadia.- ¿Podrías hacerlo?
- No lo sé... pero puedo intentarlo.
- Demasiadas suposiciones.- masculló, moviendo la cabeza.
- No tenemos muchas más alternativas.- le recordó Garue.- Erasto quiere hacer el desfile esta misma tarde. De hecho, me sorprende que todavía no haya enviado a nadie a llamarnos. No podemos salir del palacio sin que nos pregunten, y sería difícil atravesar la ciudad sin que nos detengan. Y si Nadia nos transporta a las puertas de la ciudad, tendríamos problemas con los guardias. Tenemos que arriesgarnos.

Iluna gruñó y asintió.

- Vale. Tú enséñale a Aldren los itames. Algo sencillo para comprobar que se puede transformar. Nadia, ven conmigo.

Iluna le cogió una mano y con ella le indicó que agarrara el colgante. La palma de su mano brilló con un tono violáceo.

- Te voy a prestar un poco de ayuda.- dijo la ninpou.- Pero eres tú quien tiene que pensar el lugar. Lo más lejos de las murallas que te veas capaz, Nadia.

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