Tu pétrea desnudez es inmutable a las inclemencias de la vida; al hambre, a la soledad, al frío y a la desgracia. Marmórea, de relieves duramente cincelados, está dominada por unos ojos de granito tan inconmovibles como tu corazón, de roca maciza y sin oquedades por las que se puedan filtrar emociones. Tus manos de piedra, conquistadoras, no conocen titubeos, y tus labios son capaces de imponer sobre los míos tu férrea voluntad con un único beso. Soberano del mundo y de estas sábanas aun calientes, el sol se erige, al igual que yo, como tu siervo cada amanecer. Inmóvil junto a la ventana, como la efigie de un dios inmisericorde de las pasiones más oscuras, esbozas una sonrisa tan efímera como un latido y absolutamente devastadora.
[Imagen por
hoooook]