tag:blogger.com,1999:blog-84746216157244669462024-03-13T17:26:01.008+01:00NerumeEnergeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.comBlogger529125tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-26971754828452050312014-07-04T18:53:00.000+02:002014-07-04T18:53:28.450+02:00Hades<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-6JVONQXE59Y/U7W3tYiBFcI/AAAAAAAABWQ/cmo2S5pjFWI/s1600/Roughwork2_by_sandara.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-6JVONQXE59Y/U7W3tYiBFcI/AAAAAAAABWQ/cmo2S5pjFWI/s1600/Roughwork2_by_sandara.jpg" height="247" width="320" /></a></div>
Aunque la luz me molestaba en los ojos, el brillo del sol crepuscular era algo que me gustaba contemplar cuando visitaba la superficie. Las hojas de los árboles proyectaban sombras moteadas sobre el suelo, cubierto por un manto de hierba que acallaba mis pasos. El bosque parecía mudo: no se oía el piar de ningún ave, no se veía a ningún animal oculto tras el follaje ni tampoco la respiración contenida de ningún ser vivo. Pero a pesar de no verlos ni oírlos, yo sabía que estaban allí, escondiéndose de mí. Podía percibir claramente el intenso fulgor de sus almas pequeñas y atemorizadas.<br />
El resplandor rojizo de la puesta de sol hacía que los árboles parecieran bañados en cobre. Unos junto a otros, como torres sinuosas, creaban un hermoso patrón laberíntico en el que me invitaban a perderme. El astro solar, a lo lejos, pendía sobre el horizonte como un ardiente corazón vivo. Gasté el poco tiempo que me quedaba en verlo morir entre las nubes. Grabé aquella imagen en mi interior para que me diera calor cuando fuera el momento de regresar a mis oscuros y fríos dominios eternos.<br />
Las ramas crujieron y de la copa de un roble descendió ella. La reconocí en cuanto la vi, a pesar de que era la primera vez que coincidíamos. Era tal y como se suponía que debía ser: hermosa, cálida, tentadora. Cualquier otro ser que hubiera osado interrumpir mi despedida hubiese despertado en mí la ira, pero al verla no pude más que rendirme, asombrado, a su belleza. Mirarla era aun más doloroso que mirar al sol, pero bebí la luz de sus ojos con avidez. Ella levantó la barbilla, desafiante, y entreabrió los labios para decir algo. Pero no dijo nada. Los cerró y apartó la vista para dirigirla hacia, donde segundos antes, sangraba el sol.<br />
Aquel fue el ocaso más hermoso de toda mi existencia.Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-4714033760906045342014-07-03T14:43:00.001+02:002014-07-03T17:52:50.118+02:00Sentimentalismos en tiempos de crisis<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-nHlV6axh5W8/U7VPSbg_3kI/AAAAAAAABWA/ICu3T0Mqcto/s1600/RAWWWR_by_xNickixstockx.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-nHlV6axh5W8/U7VPSbg_3kI/AAAAAAAABWA/ICu3T0Mqcto/s1600/RAWWWR_by_xNickixstockx.jpg" height="266" width="400" /></a></div>
Olía a churros recién hechos. Es un olor que siempre me hace recordar a mi abuela, porque cuando mi hermano y yo éramos pequeños y teníamos que ir al médico, mi madre nos sobornaba con comprar churros e ir a desayunar a casa de mi abuela si nos portábamos bien. Era una mañana fresca y las calles estaban vacías. Las escaleras de entrada a la biblioteca, normalmente salpicadas de estudiantes, estaban completamente desiertas. En el interior tampoco había nadie. Del techo, tan alto como el de una catedral, caía una luz tenue como la que se cuela a través de las rendijas de una persiana a medio echar, que junto con el débil eco que producían mis pasos al andar me hicieron sentir una peregrina en un templo lejano. Subí al segundo piso y comencé a recorrer un pasillo tras otro en busca de un libro. Uno en concreto pero cuyo nombre desconocía. Y de repente lo vi: tenía el lomo de un rojo brillante y las páginas de un papel tan fino como el de las biblias antiguas. Lo saqué de la estantería, lo sopesé y lo abrí por la mitad. Eché un vistazo y pasé de página, leí tres palabras y volví a pasar de página... y en la siguiente me encontré un billete de cincuenta euros. Se me escapó un grito de alegría cuando lo vi, y en ningún momento se me ocurrió pensar que tal vez fuera falso. Miré a ambos lados del pasillo para asegurarme de que nadie me había visto, pero el señor de la gabardina estaba demasiado ocupado leyendo su periódico como para reparar en mí. Cogí el billete, me lo guardé en el bolsillo, dejé de nuevo el brillante libro rojo en la estantería y me marché de la biblioteca sin cruzarme con nadie de camino a la salida.<br />
Me pasé a la calle de enfrente y entré en la tienda de calle Elvira donde compré mi última cachimba. Había varios quemadores de incienso encendidos, y el humo de todos ellos creaba una neblina aromática y serpenteante que se extendía por todo el local. El dependiente, que tenía una pipa en la boca e iba vestido con una larga túnica amarilla, me sonrió al verme llegar. Como si me estuviera esperando. Mis manos se dirigieron solas hacia la percha que sostenía un pantalón ancho precioso, de tela fina y suave color blanco con un estampado que tenía los mismos colores que la cola de un pavo real. Ese, sin ninguna duda, era el pantalón que me quería comprar. Le di la percha al dependiente y saqué mi monedero del bolso. Ni siquiera pregunté cuánto costaba, porque sabía que con cincuenta euros tendría más que suficiente. Empecé a hacer una lista mental de todo lo que tenía intención de comprar con aquel dinero inesperado que me venía que ni pintado: una fondue de queso, un viaje a Menorca, un paquete de galletas Rebuenas... Cogí el billete y me quedé mirándolo con atención. En la parte de atrás y escrito con bolígrafo rojo, se leía claramente el siguiente mensaje: Te quiero y te querré siempre. Y al lado de aquellas palabras había dibujado un corazón que casi parecía palpitar. Me quedé paralizada por la perplejidad durante unos segundos. El dependiente de la tienda seguía sonriéndome sin dar muestras de impaciencia, lo cual me pareció extraño. El billete también me miraba, desafiándome en silencio a gastarlo. ¿Pero cómo podía? Me dieron ganas de echarme a llorar.<br />
- No, no puedo.- le dije al dependiente, volviendo a guardar el billete dentro del monedero.- Pertenece a otra persona.<br />
El hombre dijo algo, pero yo no lo escuché. Fuera, en la calle, se oía un maullido lastimero<i> in crescendo</i> que resultaba de lo más molesto.<br />
Claro, Maní. ¿Qué hora era?<br />
<br />
Cerré los ojos con más fuerza, pero Maní no se callaba. Su maullido llegó al culmen del llanto y terminó apagándose con un gemido triste y ahogado. Me di la vuelta entre las sábanas y abrí los ojos. La luz atravesaba la persiana y a través de la ventana abierta se colaba un delicioso olor a churros. Suspiré y rememoré el sueño del que me acababa de despertar, con ese agridulce regusto nostálgico que le dejan a uno los sueños bonitos al acabarse. ¿A qué loco, en estos tiempos de crisis que corren, se le ocurriría convertir un billete de cincuenta euros en un objeto con valor sentimental? ¿Y qué chiflado sería incapaz de gastárselo después de encontrarlo por casualidad?<br />
Sonreí con cierto pesar. Esa chiflada sería yo.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://nickistock.deviantart.com/" target="_blank">NickiStock</a>]<br />
<br />Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-76257624895510814382014-06-27T18:23:00.002+02:002014-06-27T18:23:31.762+02:00Nuestro rastro en el camino<a href="http://1.bp.blogspot.com/-cnv4qQsuPus/U62aMRxDudI/AAAAAAAABVw/378CYGeSOXk/s1600/Tightrope_by_labyrinthworm.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-cnv4qQsuPus/U62aMRxDudI/AAAAAAAABVw/378CYGeSOXk/s1600/Tightrope_by_labyrinthworm.jpg" height="266" width="400" /></a>Nunca dejábamos de viajar. No importaba que el tiempo se presentara inclemente, que las carreteras estuvieran intransitables o que los caballos estuvieran agotados. El hechicero, que a veces usaba el nombre que llevaba puesto el desafortunado día que le conocí y otras veces se hacía llamar Martius, apenas abandonaba el carromato que era su hogar, y este siempre se mantenía en movimiento sobre el camino yendo de un lugar a otro sin detenerse. Sólo parábamos cuando él recibía algún encargo o tenía que preparar alguna pócima de delicada elaboración, y sólo se dedicaba al ocio después de hacer cobrado por algún trabajo: se dirigía directamente al primer burdel de carretera con el que nos topábamos dispuesto a desembolsar el dinero que fuera menester para que que la chica accediera soportar el tenerme a mí de espectador mientras él disfrutaba de ella.<br />
En aquella ocasión nos detuvimos junto a un circo ambulante que había acampado a las afueras de un pueblo. ¿Cuál? Yo no tenía ni idea ni tampoco me importaba. Era un pueblo como cualquier otro, ni más pequeño o más grande de lo habitual, ni especialmente bonito o feo. Casuchas marrones y grises que se levantaban unas al lado de otras y rodeadas de tierras de cultivo. Era primavera y llovía un día sí y otro también, por lo que los campos estaban anegados. Las caras de la gente que se había reunido alrededor del campamento circense estaban tan nubladas como el cielo. El hechicero aparcó el carromato cerca de los maltrechos establos donde se amparaban las monturas de los acróbatas, se bajó de él y soltó mis cadenas para arrastrarme tras de sí.<br />
A pesar del tiempo que llevaba encadenado a él, el hechicero seguía siendo una gran incógnita para mí. El cómo era capaz de recibir encargos y localizar clientes sin apartarse del camino ni abandonar su carromato seguía me seguía pareciendo un misterio, y cómo hacía funcionar aquella magia que me impedía romper sus cadenas para huir de él me resultaba absolutamente inexplicable. Pero Martius sabía siempre lo que tenía que hacer y hacia dónde tenía que dirigirse; jamás vi una sombra de duda en sus ojos ni un temblor de vacilación en sus manos. Supongo que eso fue lo único que llegué a respetar de él.<br />
Sentado en un taburete a la entrada de una tienda de lona, había un hombre afilando cuchillos. Exceptuando el color rubio de su pelo no se diferenciaba en nada de los demás miembros de la compañía ambulante, que iban y venían afanados en sus tareas, fueran cuales fuesen. Era delgado pero fibroso y tenía una ceja partida semioculta por el flequillo largo y sucio que le cubría la frente. Los ojos bien podían haber sido azules, grises o marrones, aunque su mirada me llamó la atención: en mitad de aquella decadente atmósfera gris, refulgía con inusitada fuerza. Martius se plantó delante de él sin ningún tipo de ceremonia y esperó, no sé si con paciencia, a que el individuo reparara en él.<br />
- Aquí no.- se limitó a decir.- Pasa.<br />
Dejó los cuchillos sobre el taburete y entró en la tienda. Martius dio un tirón a mis cadenas para obligarme a seguirlo al interior, donde el hombre rubio le esperaba sentado en una silla. No había nada de valor en aquella tienda. Unas mantas enrolladas sobre una estera de esparto, un abrigo mugriento y un baúl deslustrado eran los únicos objetos a la vista.<br />
- Quiero deshacerme de una persona.- dijo el rubio.<br />
- Hay muchas formas de deshacerse de alguien.- observó Martius.<br />
- Quiero que muera.<br />
- ¿De quién se trata?<br />
- Se llama Parell, el mayor de los hermanos equilibristas. Quiero que parezca un accidente.<br />
- No hay ningún problema.<br />
- ¿Cuánto me va a costar?<br />
Yo ya sabía el precio que Martius tenía para aquel tipo de trabajos.<br />
- Cien monedas de oro.<br />
El hombre rubio torció el gesto.Quien le recomendara los servicios del hechicero había debido de informarle mal acerca del coste que tenían. Pero se repuso rápido de la impresión y asintió con la cabeza. Me pregunté cómo habría conseguido tal cantidad de dinero, teniendo en cuenta que su profesión no estaba demasiado bien remunerada.<br />
- Será esta noche. Te espero en mi carromato después de la función.<br />
El rubio dirigió la mirada hacia mí por primera vez, y al contrario de lo que solía pasar no fui objeto de una mirada desdeñosa, asombrada o temerosa. Me evaluó como quien observa bien una mercancía que está interesado en comprar.<br />
- En nuestra compañía te pagarían muy bien por esta cosa de aquí.<br />
- No está en venta. Adiós.<br />
Y nos marchamos de allí bajo la fina y fría llovizna que había empezado a caer.<br />
<br />
Martius pasó toda la tarde metido en el carromato, elaborando la sentencia de muerte que ya pesaba sobre Parell, el mayor de los hermanos equilibristas. Yo, como de costumbre, me quedé fuera sentado en el suelo enfangado, empapado y siendo estudiado por todos los que pasaban cerca. Los habitantes del campamento circense me miraban con curiosidad y ojo crítico, mientras que los pueblerinos con esa mezcla de terror, sorpresa y asco que yo tan bien conocía. Al caer la noche, todo el mundo se congregó delante del escenario para disfrutar del espectáculo. La música comenzó a sonar como preludio a la entrada de los acróbatas, que desfilaron entre volteretas, saltos imposibles y peligrosas piruetas. Les siguieron unas cuantas bailarinas vestidas con poca ropa, con sonrisas pintadas en los labios y contoneos llamativos. Los monstruos, animales raros y tullidos con extrañas y horribles deformaciones, posaron tristemente ante el público, que les silbó y los abucheó con crueldad. Un par de magos aficionados encandiló a la gente con hábiles juegos de manos antes de que efectuaran su aparición los hermanos equilibristas. Ambos eran atléticos y fuertes, más o menos de la misma estatura, tenían el torso desnudo y los pies descalzos. Uno de ellos era pelirrojo y el otro moreno. Rápidamente introdujeron en el escenario dos torres de unos siete u otro metros de altura, con soportes de ruedas y unidas en la parte superior por una cuerda. El primero en llevar acabo su número fue el pelirrojo, que trepó como una ardilla a lo alto de la primera torre y cruzó la distancia entre ellas caminando lentamente sobre la cuerda, desafiando a la muerte y coreado por los chillidos del público, que estalló en aplausos cuando aterrizó en el suelo tras descender por la segunda torre. Cuando Parell subió, repitiendo los gestos de su hermano pequeño, no pude evitar estremecerme. Me giré para observar a Martius, que estaba asomado a la ventana del carromato y vi cómo el hechicero encendía una vela y quemaba con ella un trozo de papel escrito que se desmenuzó rápidamente en cenizas, dejando en el aire un humo rojizo de extraño brillo sobrenatural. Al ver que el mayor de los hermanos equilibristas se vendaba los ojos con un pañuelo para conferir un mayor riesgo a su actuación, sonrió para sí. Parell dio el primer paso con decisión. El segundo también. Pero al dar el tercero, los brazos que mantenía extendidos a ambos lados para guardar mejor el equilibrio oscilaron peligrosamente, haciendo que sus pies oscilaran también. Al cuarto paso le siguió un grito del propio Parell que fue ahogado por los del público, y el quinto paso hizo que la cuerda se balanceara funestamente. El mayor de los hermanos equilibristas se precipitó al suelo y al caer, se rompió el cuello.<br />
De entre todos los alaridos hubo uno que resonó por encima de los demás. Una chica, una de las bailarinas semidesnudas que momentos antes se había ganado unos cuantos piropos del público, atravesó el escenario corriendo con los ojos llenos de lágrimas y se arrojó sobre el cuerpo sin vida del trapecista. El hermano menor, el pelirrojo, también se arrodilló a su lado, con la venta de la frente palpitándole con violencia y los dientes apretados por la rabia. La compañía no tardó mucho en echar de allí a los pueblerinos y recoger todo el tinglado. Taparon el cadáver de Parell con una sábana y se lo llevaron a otro sitio. Minutos después apareció alguien para decirnos que nos marcháramos, un encapuchado que aparte de darnos el mensaje también le entregó a Martius una bolsa de tela que sonaba a dinero.<br />
- Creo que, antes o después, ese equilibrista <br />
tan valiente se habría matado él solo. Aunque a mí me viene mucho mejor así.- susurró el hechicero al tener entre sus manos el pago acordado.<br />
Martius no se demoró en despertar a los caballos y en poner en marcha de nuevo el carromato. Mientras dejábamos atrás aquel pueblo sin nombre y aquella tragedia que no me era tan ajena como me habría gustado, el hechicero tarareaba entre dientes, feliz, sabiendo tan bien como yo cual sería nuestra próxima parada.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://labyrinthworm.deviantart.com/" target="_blank">labyrithworm</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-19089957981542339642014-05-22T01:28:00.002+02:002014-05-22T01:28:21.923+02:00Renunciando<a href="http://4.bp.blogspot.com/-g8wzOPq0YaE/U302Q0ZaFyI/AAAAAAAABVc/HPXkdTBnPs0/s1600/in_the_middle_of_a_dream_by_philomena_famulok-d6jj582.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-g8wzOPq0YaE/U302Q0ZaFyI/AAAAAAAABVc/HPXkdTBnPs0/s1600/in_the_middle_of_a_dream_by_philomena_famulok-d6jj582.jpg" height="400" width="400" /></a>El calor hacía cantar a las cigarras. Su melodía era un murmullo casi constante que ahogaba cualquier palabra dicha en susurros. Fuera de la casa, el aire temblaba bajo el sol, ondulándose suavemente como si también fuera vulnerable al ruido de los insectos. Siane, sentada junto a la ventana, tenía los ojos fijos en el muchacho que se afanaba cargando los fardos de avena en el remolque. Vangian era su nombre, era el hijo pequeño del comerciante más rico del pueblo y, a su parecer, el chico más apuesto del mundo. Tenía la frente perlada en sudor, la piel morena, el cabello revuelto y no se había quejado por el peso de la carga en ningún momento... a pesar de que no le correspondía a él la tarea de apilar la mercancía. A Vangian le quedaban dos fardos por cargar y Siane todavía se debatía entre la opción de espiar sin ser vista o la de dejarse ver para intentar captar una mirada suya.<br />
El padre de la niña también observaba al muchacho, desde la sombra que ofrecía el porche. No con arrobamiento sino con cierta satisfacción. Con los brazos cruzados sobre el pecho y el ego bien alimentado, asintió secamente cuando Vangian hubo terminado y extendió la mano hacia él para recibir el dinero acordado. Siane se removió inquieta en la silla sin saber si quedarse allí o salir a despedirlo. Con un gesto de la mano, por lo menos. Alargó el brazo para agarrar a su hermana por el delantal.<br />
- ¿Briola, puedes hacerme un favor?<br />
La chiquilla, que estaba barriendo a su lado, hizo un gesto de desagrado.<br />
- ¿Qué quieres?<br />
- Necesito que me preguntes una cosa.<br />
- ¿Para qué? ¿Es que acaso no lo sabes todo?- preguntó, con retintín.<br />
- Yo no sé nada, son las voces.- respondió impaciente. Ya se lo había dicho una y mil veces.- A mí no me hacen caso, por mucho que les pregunte. Las preguntas me las tiene que hacer otra persona.<br />
- ¿Y qué quieres saber?<br />
- Si podría llegar a gustarle a Vangian.- se sonrojó un poco.- Me habla de vez en cuando, en la escuela. Aunque... creo que me tiene un poco de miedo. ¿Me lo preguntas, por favor?<br />
Briola detuvo la escoba y apoyó la barbilla sobre el extremo romo, pensativa. Después de dos segundos, sus ojos infantiles se entrecerraron con malicia.<br />
- No.<br />
- ¿Qué? ¿Por qué no?<br />
Su hermana se encogió de hombros sin decir nada, dejó la escoba en la esquina y salió corriendo de la habitación. Siane, con el preludio de un llanto atascado en la garganta, vio cómo Vangian subía al carromato y se alejaba de allí bajo el sol del medio día. <br />
<br />
[Imagen por <a href="http://philomena-famulok.deviantart.com/" target="_blank">Philomena-Famulok</a>]<br />
Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-21285567513466498682014-05-22T00:42:00.000+02:002014-05-22T00:42:06.360+02:00Lágrimas de buenas noches<a href="http://4.bp.blogspot.com/-T2oKLRvgaD4/U30rWnKRynI/AAAAAAAABVQ/2CMB49A6eXg/s1600/unstable_telepathy_by_chaosfissure-d7012dd.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-T2oKLRvgaD4/U30rWnKRynI/AAAAAAAABVQ/2CMB49A6eXg/s1600/unstable_telepathy_by_chaosfissure-d7012dd.jpg" height="266" width="400" /></a>Son las doce, la una, las dos o las tres de la mañana, y no tengo sueño. Me obligo a apagar el ordenador y antes de meterme en la cama, cojo los auriculares y enciendo el mp4 con la esperanza de que entre canción y canción Morfeo se digne a hacerme una visita. Con la primera canción, llegan las lágrimas. No se hacen esperar sino al contrario; parece como si estuvieran aguardando el momento con impaciencia. No sé muy bien de dónde vienen. Algunas tienen el nombre de mi abuela, que falleció hará dos años dentro de poco, y otras el de mi abuelo que murió hace sólo unos meses. Otras, supongo, pertenecen al pasado: lágrimas eco de los desamores, las decepciones, los arrepentimientos... que aún reverberan en algún rincón. Las del presente nacen de la rabia y de la impotencia que siento al ver que el mundo se tuerce, que la avaricia y el egoísmo corrompen y que las injusticias no sólo se han convertido en el pan de cada día sino además en uno al que, tristemente, nos hemos acostumbrado. Y también, imagino, hay lágrimas que hoy por hoy no tienen razón de ser: son como una premonición de lo que, en un <br />
futuro, sea llanto.<br />
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[Imagen por <a href="http://chaosfissure.deviantart.com/" target="_blank">ChaosFissure</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-20623418198211550582013-12-17T01:01:00.001+01:002013-12-17T12:26:30.218+01:00Quemaba más que el sol<a href="http://1.bp.blogspot.com/-bi-5XuvkrRw/Uq-Soi8EfPI/AAAAAAAABTo/uKDotaBNo8M/s1600/burnedbythenightshedied.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="266" src="http://1.bp.blogspot.com/-bi-5XuvkrRw/Uq-Soi8EfPI/AAAAAAAABTo/uKDotaBNo8M/s400/burnedbythenightshedied.jpg" width="400" /></a>Se trataba de un ángel incandescente, de piel color crema aún más suave que la seda y cabello largo, espeso y ardiente como un fuego luminoso en mitad de la noche. ¿Sus alas? Nunca las vi. Me gustaba creer que eran invisibles a ojos de los mortales, aunque el fondo sabía que debía de haberlas perdido. Sus ojos estaban llenos de luz y de una ingenuidad triste difícil de comprender. Semana tras semana, sentada junto a una ventana en el comedor del hospicio, me maravillaba al observarla allí abajo en la calle aterida de frío bajo una manta rasposa, haciendo calle frente a la puerta de la mugrienta barraca que era el burdel del barrio, con cara de perdonarle al destino las circunstancias que la habían llevado hasta aquel lugar. Por las tardes, cuando el sol bajaba y teñía de dorado, cobre y carmín el cielo y las fachadas de los edificios, los viandantes se detenían prendados a contemplar cómo su melena se prendía en una llama refulgente que incluso parecía irradiar calor. Algunos se enamoraban fugazmente de su belleza y se acercaban al prostíbulo con las monedas ya en la mano, y ella incluso sonreía con timidez a aquellos que se la llevaban del brazo sin apretarle demasiado, escaleras arriba.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://thenightshedied.deviantart.com/" target="_blank">TheNightSheDied</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-19402236759470775222013-12-16T19:13:00.003+01:002013-12-16T19:41:51.522+01:00Pietro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-cs6YcuUOoxI/Uq9Cik1uGlI/AAAAAAAABTY/HSV9bi9TRGM/s1600/_1_by_hoooook-d6twaf9.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-cs6YcuUOoxI/Uq9Cik1uGlI/AAAAAAAABTY/HSV9bi9TRGM/s320/_1_by_hoooook-d6twaf9.jpg" width="300" /></a></div>
Tu pétrea desnudez es inmutable a las inclemencias de la vida; al hambre, a la soledad, al frío y a la desgracia. Marmórea, de relieves duramente cincelados, está dominada por unos ojos de granito tan inconmovibles como tu corazón, de roca maciza y sin oquedades por las que se puedan filtrar emociones. Tus manos de piedra, conquistadoras, no conocen titubeos, y tus labios son capaces de imponer sobre los míos tu férrea voluntad con un único beso. Soberano del mundo y de estas sábanas aun calientes, el sol se erige, al igual que yo, como tu siervo cada amanecer. Inmóvil junto a la ventana, como la efigie de un dios inmisericorde de las pasiones más oscuras, esbozas una sonrisa tan efímera como un latido y absolutamente devastadora. <br />
<br />
[Imagen por <a href="http://hoooook.deviantart.com/" target="_blank">hoooook</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-78234564696385159552013-11-27T08:28:00.003+01:002013-11-27T08:28:23.263+01:00El peor instinto<a href="http://4.bp.blogspot.com/-8cG0vEjZ7Fk/UpWesSwBhjI/AAAAAAAABTE/fW1IWwMuqTA/s1600/demon__by_hoooook-d6ixv40+(1).jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://4.bp.blogspot.com/-8cG0vEjZ7Fk/UpWesSwBhjI/AAAAAAAABTE/fW1IWwMuqTA/s400/demon__by_hoooook-d6ixv40+(1).jpg" width="292" /></a>Su mirada era escalofriante, fría y afilada como la hoja de un puñal, desapasionada e indiferente como la de un ser sin vida. El Emperador se arrodilló a sus pies esforzándose por controlar los temblores y depositó sobre el altar las cabezas cortadas, todavía manchadas de sangre húmeda, de sus enemigos. El demonio apenas les dedicó un breve vistazo antes de volver a clavar en él sus pequeñas pupilas negras. Al Emperador se le secó la boca, se le congeló el aire en los pulmones y le empezaron a sudar las manos. Como siempre, para él nunca era suficiente. El ser extendió la mano, se mojó los dedos en la sangre y se los llevó a la boca para saborearlos sin inmutarse.<br />
- Por supuesto, te traeré más... Buscaré nuevos enemigos, los mataré y cortaré sus cabezas para ti... Pronto tendrás más sangre que degustar...<br />
<br />
Tras la puerta entornada, un niño de nueve años observaba a su padre dejar los cueros cabelludos de los últimos prisioneros de guerra encima de un altar vacío, delante de un espejo. El príncipe contuvo una arcada cuando vio al Emperador probar aquella sangre sucia y sonreír de forma demencial.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://hoooook.deviantart.com/" target="_blank">hoooook</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-64960570153136711632013-11-13T00:11:00.000+01:002013-11-13T00:17:42.954+01:00Reducido a cenizas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-IPwi_AugQhQ/UoK0u2p7N1I/AAAAAAAABSo/LXhb3k8cGfU/s1600/Burn_by_designani.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://4.bp.blogspot.com/-IPwi_AugQhQ/UoK0u2p7N1I/AAAAAAAABSo/LXhb3k8cGfU/s400/Burn_by_designani.jpg" width="293" /></a></div>
Cuando estaba despierto me costaba recordar sus rostros, pero en sueños se dibujaban delante de mí con total nitidez. Mi madre solía aparecer llorando y mi padre diciéndome adiós con la mano. La tristeza en sus miradas era como un puñal que se me clavaba en el corazón, tan imposible de soportar que acababa despertándome presa del llanto. Pero nada de aquello había sucedido realmente; la verdad era que yo tenía las manos manchadas de sangre y un arrepentimiento indeleble que me acompañaría durante toda la vida.<br />
El mago roncaba suavemente desde su carromato. El viento había corrido la cortina le daba intimidad y pude verlo a través de mis lágrimas, tapado con dos mantas y durmiendo sobre un colchón de paja. Apreté los dientes con furia y como cada mañana, mi primer deseo fue saltar sobre él y estrangularlo con mis propias manos. Pero aquel deseo, también como cada mañana, hizo que me avergonzara de mí mismo. Esa vergüenza por ansiar venganza provocaba en mí una repulsión inevitable al saberme incapaz de matar al hombre que me retenía en contra de mi voluntad y que había sido, en parte culpable, de la muerte de mis padres. El otro responsable... era yo.<br />
Dormido parecía inofensivo, un don nadie desaseado vestido con ropa andrajosa y poseedor de un maltrecho carromato. Si se le observaba haciendo tratos con la gente se podía pensar que era un vendedor hábil al que se le daba bien engatusar a las personas, pero en realidad se trataba de un hombre despiadado y egoísta sin ningún tipo de escrúpulos a la hora de conseguir su objetivo. Debido a sus engaños y a mi estupidez, yo me había quedado huérfano y él había logrado tenerme a su lado. Apenas me alimentaba, me hacía dormir en el suelo y a la intemperie, no se comunicaba conmigo salvo si era estrictamente necesario, me llevaba siempre encadenado y pagaba conmigo su malhumor, primero con latigazos y después con comentarios hirientes al darse cuenta de que los golpes ni siquiera arañaban mi dura piel. Y aunque su desprecio y sus palabras dolían, lo que realmente me hacía daño era el remordimiento que pesaba sobre mi conciencia.<br />
<i>"Pobre desgraciado. Mírate... la única maldición que pesa sobre ti es la de ser un estúpido ignorante, porque lo que intuyo que posees es un don del que yo voy a sacar provecho y que posiblemente podría haber salvado a tus padres. Puedes culparme de su muerte, pero tú también has sido partícipe en su asesinato."</i><br />
Eso fue lo que me dijo frente al incendio, con los cadáveres carbonizados de mis padres a sus pies, la misma noche en que decidí fugarme a escondidas para poder curar mi maldición y ser normal, como todos los demás. Y aunque aquellas fueron las palabras que supusieron mi verdadera condena, también fueron mi salvación: yo maté a mis padres por ignorancia, pero no volvería a cometer el mismo error.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://designani.deviantart.com/" target="_blank">designani</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-4438729894341214462013-11-12T20:43:00.002+01:002013-11-12T20:43:27.892+01:00We are broken<i><a href="http://www.youtube.com/watch?v=SLm1VS-7SEc" target="_blank">We Are Broken</a></i><br />
<i><br /></i>
<i>I am outside</i><br />
Estoy fuera<br />
<i>And I've been waiting for the sun</i><br />
Y he estado esperando al sol<br />
<i>And with my wide eyes</i><br />
Y con los ojos bien abiertos<br />
<i>I've seen worlds that don't belong</i><br />
He visto mundos que no son de aquí<br />
<i>My mouth is dry</i><br />
Mi boca está seca<br />
<i>With words I cannot verbalize</i><br />
Con palabras que no puedo pronunciar<br />
<i>Tell me why we live like this</i><br />
Dime por qué vivimos así<br />
<br />
<i>Keep me safe inside</i><br />
Mantenme segura dentro<br />
<i>Your arms like towers</i><br />
Tus brazos como torres<br />
<i>Towering over me </i><br />
Elevados sobre mí<br />
<br />
<i>'Cause we are broken</i><br />
Porque estamos rotos<br />
<i>What must we do to restore</i><br />
Qué podemos hacer para restaurar<br />
<i>Our innocence</i><br />
Nuestra inocencia<br />
<i>And oh, the promise we adored</i><br />
Y esa promesa que adorábamos<br />
<i>Give us life again</i><br />
Danos la vida otra vez<br />
<i>'Cause we just wanna be whole</i><br />
Porque solo queremos estar completos<br />
<br />
<i>Lock the doors</i><br />
Cierra las puertas<br />
<i>'Cause I'd like to capture this voice</i><br />
Porque me gustaría capturar esta voz<br />
<i>That came to me tonight</i><br />
Que vino a mí anoche<br />
<i>So everyone will have a choice</i><br />
Para que todo el mundo tenga una oportunidad<br />
<i>And under red lights</i><br />
Y bajo luces rojas<br />
<i>I'll show myself it wasn't forged</i><br />
Me demostraré a mí misma que no es falsa<br />
<i>We're at war, we live like this</i><br />
Estamos en guerra, vivimos así<br />
<br />
<i>Keep me safe inside</i><br />
Mantenme segura dentro<br />
<i>Your arms like towers</i><br />
Tus brazos como torres<br />
<i>Tower over me</i><br />
Me sobrepasan<br />
<br />
<i>'Cause we are broken</i><br />
Porque estamos rotos<br />
<i>What must we do to restore</i><br />
Qué podemos hacer para restaurar<br />
<i>Our innocence</i><br />
Nuestra inocencia<br />
<i>And oh, the promise we adored</i><br />
Y esa promesa que adorábamos<br />
<i>Give us life again</i><br />
Danos la vida otra vez<br />
<i>'Cause we just wanna be whole</i><br />
Porque solo queremos estar completos<br />
<br />
<i>Tower over me</i><br />
Me sobrepasan<br />
<i>Tower over me</i><br />
Me sobrepasan<br />
<i>And I'll take the truth at any cost</i><br />
Y conseguiré la verdad a cualquier coste<br />
<br />
<i>'Cause we are broken</i><br />
Porque estamos rotos<br />
<i>What must we do to restore</i><br />
Qué podemos hacer para restaurar<br />
<i>Our innocence</i><br />
Nuestra inocencia<br />
<i>And oh, the promise we adored</i><br />
Y esa promesa que adorábamos<br />
<i>Give us life again</i><br />
Danos la vida otra vez<br />
<i>'Cause we just wanna be whole</i><br />
Porque solo queremos estar completos<br />
<br />
Esta es la canción que me inspiró la idea de la novela sin nombre cuyos protagonistas son Siane y Valier, de ahí que la etiqueta de los relatos que he subido sobre ellos se llame We Are Broken. Espero que os guste la canción y la letra =)<br />
<br />Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-78425625629585263192013-10-09T17:55:00.002+02:002013-10-09T17:55:38.687+02:00Hijo de la montaña<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-3L_UyFKjVSs/UlVSrhDEG7I/AAAAAAAABSQ/s-LAP07bqcY/s1600/ovo_by_negativefeedback-d6klthw.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://4.bp.blogspot.com/-3L_UyFKjVSs/UlVSrhDEG7I/AAAAAAAABSQ/s-LAP07bqcY/s400/ovo_by_negativefeedback-d6klthw.jpg" width="285" /></a></div>
Mi padre tenía el semblante cansado. Todavía le quedaba esa arruga en la frente que aparecía cada vez que le dolía la pierna mala y que se hacía más profunda cuando mi madre dejaba de observarlo. Sentado frente a la chimenea, se secaba los pies y calentaba las manos manchadas de barro. Los días de lluvia eran los mas difíciles para su vieja herida: nunca trabajaba cuando hacía mal tiempo y ni siquiera podía caminar sin cojear. Por eso mi madre lo había acompañado a la entrada del bosque y lo había ayudado a tirar del carro hasta casa.<br />
<div>
- Cuando el carro se ha quedado encallado en el barro, una rueda se ha roto.- me dijo.- ¿Crees que podremos repararla mañana?</div>
<div>
Asentí con entusiasmo y él sonrió.</div>
<div>
Mi madre, con la ropa mojada y la melena rubia aun más, dejó un barreño de agua a los pies de mi padre para que se lavara las manos.</div>
<div>
- Valier, ayúdame a guardar la comida.</div>
<div>
Me levanté de un salto y la seguí hasta la cocina. Me gustaba ayudar y siempre lo hacía con gusto, porque formaba parte de mi naturaleza, ya durante mi infancia, el preocuparme por el prójimo. En aquel momento yo tenía ocho años y mis padres me habían confesado recientemente que me encontraron abandonado en el bosque siendo un bebé, y desde entonces me preguntaban a menudo cómo me sentía. Aquel descubrimiento, sin embargo, no fue un duro golpe para mí. Yo era buena persona, mis padres también y confiaba en la bondad del ser humano. Creía firmemente que si mis verdaderos padres no habían podido hacerse cargo de mí habían debido tener un buen motivo para ello. </div>
<div>
La comunicación con mi familia nunca fue un problema. Mis padres inventaron un sencillo lenguaje de signos que se volvía más complejo a medida que yo iba creciendo. Mis necesidades comunicativas no eran las mismas con cinco años que con siete y yo mismo iba creando nuevos gestos conforme los iba precisando. Mis padres siempre se esforzaron por hacerme ver que mi mudez no era algo malo ni tampoco un obstáculo para el entendimiento con otras personas, al igual que el resto de mis peculiaridades.<br />
Tras guardar las provisiones en la despensa, ayudé a mi madre a hacer la cena. Y una vez que estuvo preparado el guiso, los tres nos sentamos a cenar junto al fuego.<br />
- Espero que mañana haya parado de llover.- gruñó mi padre mientras removía la comida en el cuenco.- En tres días tengo que entregarle el cargamento a Tulé y si el tiempo sigue así tendré que contratar al mozo de Raol.<br />
Mi madre frunció los labios al oír aquello. Yo levanté la mano, ofreciéndome voluntario.<br />
- Ya te he dicho muchas veces que todavía eres demasiado pequeño, Valier.- negó él.<br />
Me toqué el brazo y la cabeza.<br />
- Por muy fuerte y grande que seas.<br />
- Pues más te vale rezar esta noche para que mañana amanezca soleado, Gallart, porque si contratas al chico no sé con qué dinero vamos a comer la semana que viene.- replicó mi madre.<br />
Él gruñó otra vez antes de seguir comiendo.<br />
Mi madre suspiró, y al levantar la mirada de su plato la fijó en la ventana. Sus ojos se entrecerraron primero y se abrieron con alarma después.<br />
- Valier, vete a la cocina.<br />
Yo fruncí el ceño, sin comprender por qué.<br />
- Hazme caso, vete ya.<br />
Mi padre se incorporó rápidamente y me hizo un gesto apremiante para que obedeciera. Mientras me marchaba del salón pude atisbar una sombra que se aproximaba por el sendero en dirección al porche, antes de escuchar unos golpes en la puerta. Mi padre preguntó quien era y tras una respuesta que no alcancé a oír, la puerta se abrió y alguien entró.<br />
Mis padres, al contrario que yo, no tenían demasiada fe en el buen corazón de la gente desconocida y me obligaban a esconderme cuando alguien se acercaba o nos visitaba. Yo no era tan ingenuo como para preguntarme la razón: me bastaba con mirarme al espejo para comprenderlo. <br />
- Muchas gracias por cobijarme.- dijo una voz masculina y ronca en el salón.- La tormenta arrecia y me resultaba imposible seguir refugiándome en el bosque.<br />
- Siéntese frente al fuego y caliéntese.- le indicó mi madre.- Deme su capa, la colgaré para que escurra el agua. Siento no poder ofrecerle nada de comer, pero la cena se nos ha acabado ya.<br />
- No importa.<br />
Mi madre entró en la cocina para tender la capa del extraño y me hizo un gesto de silencio antes de regresar junto a mi padre.<br />
- Me llamo Gallart y esta es mi esposa Merine, señor. ¿Cómo se llama?<br />
- Mi nombre es D'arteill, buenos señores. Soy mago de oficio.<br />
Aquellas palabras despertaron mi curiosidad con un cosquilleo. Pegué la espalda a la pared para escuchar mejor.<br />
- Nunca se han visto magos por aquí.- observó mi padre.<br />
- Los de mi profesión no solemos alejarnos de los caminos, señor. Viajamos de ciudad en ciudad ofreciendo nuestros servicios. Si me encuentro hoy aquí es porque hace un par de días, en una posada, me dijeron que en este bosque crecen unas hierbas muy raras y difíciles de encontrar. Dichas plantas brillan durante la noche, pero llevo buscando desde la caída del sol y no he conseguido dar con ellas. Me temo que lo que me dijeron no es más que un bulo.<br />
- La gente en las posadas y en las tabernas tiene la lengua muy larga. Por cada cinco palabras dos son mentiras.<br />
- Tiene usted mucha razón. ¿Quieren saber que otra invención me contaron?<br />
- Las historias siempre son bien recibidas. <br />
- Un hombre aseguró que en este bosque vive un monstruo. Un engendro que anda sobre dos piernas, como los hombres, y tiene también dos brazos y una cabeza con ojos, nariz y boca. Su tamaño es grande, sus extremidades fuertes y su piel es de roca. Como si se tratase de un hijo de la montaña.<br />
- Una historia magnífica, pero falsa. Le aseguro que en todos los años que llevo cortando leña en este bosque nunca he visto tal criatura.<br />
- Debo reconocer que no me creí semejante cuento, pero una parte de mí se preguntó si realmente podría existir alguien así.<br />
- A mí me suena a leyenda.<br />
- Desde luego. Pero sabe, como mago he visto cosas que usted no creería a menos que las viera con sus propios ojos. Muchas de ellas pasarían como invenciones absurdas, meros entretenimientos, en cualquier posada o taberna. Y sin embargo, existen. No son seres fantasiosos, sino seres humanos que han sido víctimas de maldiciones o magia negra. Es complicado, y a veces imposible, curarlos. Pero yo soy de los que piensan que no se pierde nada por intentarlo. <br />
- Eso le honra.<br />
- Gracias.<br />
- Es tarde, señor D'arteill, y mi esposa y yo tenemos que acostarnos ya. Puede quedarse a pasar la noche aquí. Merine, trae una manta para nuestro invitado.<br />
Mi madre apareció de nuevo en la cocina y me dijo que subiera arriba por la escalera de atrás. De camino al dormitorio, fui incapaz de dejar de pensar en lo que aquel mago había dicho: en que quizá existiera una cura para mí que me permitiría ser una persona normal y corriente que no necesitara esconderse nunca más. <br />
<br />
[Imagen por <a href="http://negativefeedback.deviantart.com/" target="_blank">NegativeFeedback</a>]</div>
<div>
<br /></div>
Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-12529682296170061452013-10-08T15:21:00.002+02:002013-10-08T15:22:07.850+02:00Maldito<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-OAH4Y_zdHkw/UlQFxp0N7kI/AAAAAAAABSA/PGjmhtWiFzs/s1600/hold_back_the_night_by_negativefeedback-d49xl7i.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://3.bp.blogspot.com/-OAH4Y_zdHkw/UlQFxp0N7kI/AAAAAAAABSA/PGjmhtWiFzs/s400/hold_back_the_night_by_negativefeedback-d49xl7i.jpg" width="327" /></a></div>
Desde el mismo día en que nací estuve marcado por el destino. Mis padres buscaron a los sanadores, curanderos, brujos y adivinos más reputados con el fin de hallar respuestas y soluciones a mi condición, pero sólo consiguieron perder dinero y tiempo viajando en balde de un sitio a otro: mi maldición parecía tan inexplicable como imposible de romper. La superstición y el miedo no tardaron en hacer mella en el resto de aldeanos, que entre piedras y amenazas obligaron a mis padres a marcharse de su hogar y huir como proscritos. Tras meses de camino en busca de un lugar donde no los repudiaran, mi madre no pudo soportar por más tiempo la pena y la vergüenza y acabó quitándose la vida. Mi padre, dolorido y furioso, me culpó a mí de su muerte. Y quizá sea cierto que yo fui el causante de su desgracia. Me abandonó en un bosque y me dio la espalda sin atisbo alguno de arrepentimiento.<br />
El destino me había señalado, sí, pero no me había dejado desprotegido ante su crueldad: una mujer, esposa de un leñador solitario, me encontró y me recogió. Nunca supe por qué lo hicieron, por qué mi aspecto no los asustó o por qué mi mudez no les intimidó. Ya apenas recuerdo sus caras, pero el amor que me hicieron sentir mientras estuve con ellos sigue siendo el único afecto que he sentido a lo largo de mi vida. Supongo que al igual que mi sino era ser temido, el de ellos fue ser compasivos. Cuidaron de mí, me criaron como a un hijo y me pusieron un nombre: Valier.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://negativefeedback.deviantart.com/" target="_blank">NegativeFeedback</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-3517660312444124292013-09-27T17:41:00.000+02:002013-09-27T17:49:24.711+02:00Oración<a href="http://4.bp.blogspot.com/-Zi37-ObOYTQ/UkNVgRSDQoI/AAAAAAAABRw/C5xDgnmAPpU/s1600/eros_thanatos___the_death_of_eros_by_negativefeedback-d4siw4n.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-Zi37-ObOYTQ/UkNVgRSDQoI/AAAAAAAABRw/C5xDgnmAPpU/s320/eros_thanatos___the_death_of_eros_by_negativefeedback-d4siw4n.jpg" width="240" /></a><a href="http://www.youtube.com/watch?v=Hzg3CPHrwbE" target="_blank">Nadine Shah - Dreary Town</a><br />
<br />
Déjanos soñar mientras las noches se oscurecen. Déjanos bailar mientras el planeta se detiene. Déjanos correr mientras los horizontes se transforman. Déjanos celebrar mientras la historia se ennegrece. Déjanos reír mientras la gente llora y muere. Déjanos jugar mientras los niños son maltratados impunemente. Déjanos crecer mientras los animales se extinguen y bosques enteros se queman. Déjanos creer mientras los dioses desaparecen. Déjanos comer y beber mientras los cultivos se pierden. Déjanos amar mientras el odio se extiende. Déjanos compartir mientras la humanidad se empobrece. Déjanos ser humildes mientras el poder y el dinero enfrenta a países. Déjanos viajar mientras las fronteras cambian y la tierra se rompe. Déjanos ser valientes mientras el miedo ahoga. Déjanos aprender mientras el conocimiento se destruye. Déjanos volver mientras derriban nuestros hogares. Déjanos huir mientras las sombras acechan. Déjanos dudar mientras la sociedad nos convence. Déjanos decir la verdad mientras la mentira corrompe. Déjanos llorar mientras la desesperación nos contamina. Déjanos luchar mientras los líderes nos oprimen. Déjanos vivir y morir libres mientras el mundo se derrumba.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://negativefeedback.deviantart.com/" target="_blank">NegativeFeedback</a>]<br />
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</div>
Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-44832509676012194402013-09-24T14:02:00.000+02:002013-09-27T14:16:01.297+02:00Larga vida al Rey<div>
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-IscgP0S8wUw/UkF8LjMEG9I/AAAAAAAABRU/8eLYXXNAaXQ/s1600/shores_of_saturn_by_seykloren-d6khuso.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="http://3.bp.blogspot.com/-IscgP0S8wUw/UkF8LjMEG9I/AAAAAAAABRU/8eLYXXNAaXQ/s400/shores_of_saturn_by_seykloren-d6khuso.jpg" width="400" /></a>El Rey siempre se quedaba dormido con la luz encendida. El trémulo resplandor del candelabro hacía bailar a las sombras, que trepaban por las pesadas cortinas de terciopelo color añil pálido, y tras los cristales las estrellas temblaban a la par. Desde los pies de la cama se podía divisar un mar de ornadas alfombras que cubría, de esquina a esquina, el suelo del dormitorio real. </div>
<div>
Se decía que el rey tenía miedo a la oscuridad desde que, siendo todavía un muchacho, se perdió por la noche durante una cacería en mitad del bosque, pero el hombre allí presente sabía que su temor a la ausencia de luz respondía a otro nombre muy distinto: cobardía. Para él había tres clases de tiranos: los fuertes, los débiles y los estúpidos. Los fuertes aprendían rápido a erradicar la conciencia, o al menos a silenciarla, para poder ser fieles a su credo de maldad. Los estúpidos ni siquiera conocían el significado del concepto moralidad. Pero los débiles no conseguían alejar del todo los remordimientos y sus almas egoístas estaban carcomidas por el fantasma de su propia duda. El miedo que el monarca pretendía alejar con aquella luz se llamaba culpa. El intruso se inclinó sobre la vela y sopló para apagarla.</div>
<div>
Todos los muebles, confeccionados con maderas preciosas, tenían ornamentaciones de pan de oro. Los ricos tapices que forraban las paredes, junto a los cuadros enmarcados, tenían motivos de fantasía que hacían volar a la imaginación. El tejido del alfombrado era tan suave que acariciaba los pies al andar sobre él y a través de las ventanas se podía disfrutar de los bellos paisajes que ofrecían los cuidados jardines del palacio. Las mantas eran cálidas y cómodas, las sábanas de los los tejidos más suaves importados. Junto a la cama, en una mesita, reposaba la corona de oro, plata, rubíes y zafiros. Pero para el asesino, aquella soberbia opulencia en vez de llamar a la codicia invocó al hambre. </div>
<div>
Se arrodilló junto a la cama del rey y sacó del interior de la bota derecha un cuchillo. La había elegido a conciencia, puesto que aquella era el arma que usaba para sacrificar a los animales de su ganado cuando les llegaba el momento y aquello también era un sacrificio: Sin embargo, el sacrificado no era el monarca sino él mismo. Era consciente de que a partir de esa noche, si lograba escapar vivo después de darle muerte al Rey, él también tendría que encender un candil para poder conciliar el sueño. </div>
<div>
- Alguien tiene que hacerlo.- se dijo por enésima vez.</div>
<div>
El justiciero levantó el cuchillo en el aire y con un movimiento experto le cortó el cuello al monarca. No hubo gritos ni forcejeos; tan sólo el borboteo de la sangre al abandonar el cuerpo.</div>
<div>
- Larga vida al Rey. </div>
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<br /></div>
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[Imagen por <a href="http://seykloren.deviantart.com/" target="_blank">Seykloren</a>]</div>
Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-27887229207597452162013-09-23T18:40:00.001+02:002013-10-08T23:24:17.914+02:00Gritando<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-3vm4-Q9C1fM/UkBCHTIKneI/AAAAAAAABRE/riqtV3VIGM0/s1600/moonlight_by_tatasz-d6lmxpn.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="400" src="http://3.bp.blogspot.com/-3vm4-Q9C1fM/UkBCHTIKneI/AAAAAAAABRE/riqtV3VIGM0/s400/moonlight_by_tatasz-d6lmxpn.png" width="300" /></a></div>
A Siane le gustaban las noches sin luna. La ausencia del astro nocturno y su luz plateada borraban los rastros de las posibles presencias, tanto reales como ilusorias, y la chiquilla apreciaba, en una actitud extraña para su edad, la soledad y el silencio reinantes cuando ya todos se habían ido a dormir. En la total oscuridad de las noches de luna nueva ni siquiera las siluetas de sus hermanas, acurrucadas en las camas vecinas, eran perceptibles, y a Siane le encantaba imaginarse sola. Muchas veces esperaba a escuchar la respiración acompasada de Lilian y Briola para disfrutar de aquella sensación de abandono.<br />
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Pero aquella noche en particular Siane no estaba despierta por capricho. Era noche cerrada cuando su madre la levantó con prisas de la cama y la obligó a sentarse en el comedor, delante de una mujer que se retorcía las manos con un nerviosismo rayante en la histeria y los ojos húmedos y enrojecidos. La niña la conocía. Francine era madre de una de sus compañeras en la escuela y estaba casada con un rico comerciante del pueblo. Tanto ella como su marido habían acudido más de una vez a su casa para hacerle preguntas, pero nunca con tanta urgencia ni a aquellas horas. Sin ser demasiado conocedora de la psicología humana, la pequeña pudo notar la desesperación de la que era víctima Francine. Sus gestos espasmódicos y su expresión angustiada la asustaron; nunca se había enfrentado a una emoción tan intensa.<br />
- Cariño, la señora Maude tiene una pregunta muy importante que hacerte.- dijo su madre, sentándose al lado de la visitante y cogiéndole la mano.<br />
Su padre, en una esquina de la habitación y con los brazos cruzados sobre el pecho, esgrimía su semblante habitual: serio y preocupado.<br />
- Adelante, señora Maude.- la animó su madre.<br />
Francine asintió con un suspiro entrecortado. Cogió aire, y al mismo tiempo valor, para formular su pregunta.<br />
- Hace ya tres días que mi marido debería haber regresado a casa, pero no sé nada de él desde que me mandó carta en Ponté. ¿Va a volver Simon?<br />
Las voces de su cabeza respondieron alto y claro y ella se limitó a comunicar la respuesta.<br />
- No.<br />
Un grito desgarrador escapó de labios de la mujer, que se llevó las manos a la cara para esconderse tras ellas. Comenzó a sollozar violentamente, balanceándose de forma precaria sobre la silla.<br />
- ¿Qué le ha pasado al señor Maude, Siane?- preguntó entonces su madre, que abrazaba a la dolorida y desconsolada Francine.<br />
Siane escuchó atentamente durante unos minutos antes de volver a hablar.<br />
- Simon conoció en Ponté a un hombre de negocios con el que cerró un buen trato. Este hombre se ofreció a compartir con él transporte hasta aquí, ya que tenía cuentas pendientes en el pueblo, para que les saliera a ambos más barato. Pero ese hombre contrató, antes de salir de Ponté, a unos bandidos para que los atracaran en el camino. Los bandidos mataron a Simon y el hombre se quedó con todos los beneficios del trato.<br />
Francine gritó horrorizada y lloró con más fuerza tras escuchar aquello. Siane no pudo evitar levantarse de la silla para retroceder, espantada, ante los chillidos y los gemidos de la señora Maude. Para ella las noticias recibidas no eran tan trágicas; las voces siempre contestaban a todas las preguntas de forma aséptica y desapasionada. Sus padres se miraron: su madre, afligida, sin saber qué hacer. Su padre gruñó y se descruzó de brazos.<br />
- Voy a sacar el carro para llevarla al pueblo. Iré a ver a Dalais para que le de algún calmante.<br />
- Dalais estará dormida...<br />
- Pues la despertaré. ¿Se te ocurre algo mejor?<br />
Su madre negó con la cabeza. Instó a Francine a incorporarse y la ayudó tirando de ella. A la señora Maude le fallaron las piernas cuando por fin estuvo en pie.<br />
- Siane, vete a la cama.<br />
La niña asintió y se encaminó hacia la puerta.<br />
- Espera...- Francine había extendido una mano hacia ella. Su rostro era una máscara temible de dolor y lágrimas.- El cuerpo... de Simon...<br />
- ¿Sí?<br />
- ¿Puedo recuperarlo?<br />
- No.<br />
- ¿Qué ha sido de él?<br />
Antes de que pudiera decir nada, su madre le hizo un gesto brusco y replicó con firmeza.<br />
- ¡Basta ya, Francine! No creo que saber los detalles te haga ningún bien.<br />
La señora Maude gimoteó y protestó débilmente, pero su madre, sin piedad, cargó con ella fuera de casa. Poco después Siane escuchó los relinchos inquietos de los caballos y el ruido del carro al ponerse en movimiento.<br />
Sin embargo, la niña no se fue a la cama sin contestar a la pregunta de Francine. El destino sufrido por el cuerpo del señor Maude fue un susurro que nadie oyó, pero a ella eso no le importaba. Sabía que si callaba alguna respuesta, las palabras murmuradas por las voces crecerían en su cabeza hasta convertirse en gritos insoportables que no se silenciarían jamás. Y ese era el verdadero motivo por el que no podía mentir.<br />
<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://tatasz.deviantart.com/" target="_blank">tatasz</a>]<br />
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Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-7997960546621984602013-09-21T23:01:00.003+02:002013-09-21T23:05:53.484+02:00IASADE -117-Malick y Emma ya estaban esperando en Piazza d’Armi cuando Amiss se presentó allí, puntual como un reloj. Los dos extranjeros, por eso de que hablaban el mismo idioma, se habían hecho inseparables y siempre acudían juntos a cualquier lado. El estadounidense era de piel oscura, pelo más negro aún y ojos de un marrón cálido que inspiraban seguridad, mientras que la chica escocesa era su antítesis, pálida de piel, pelo rubio casi blanquecino y ojos claros y brillantes. Ambos interrumpieron su charla cuando la vieron acercarse y se pusieron en pie para saludarla con un apretón de manos. Ninguno de ellos tenía como costumbre los besos en las mejillas más propios de los mediterráneos y los latinos.<br />
<br />
- ¿No ha venido nadie más?- preguntó, a pesar de que la respuesta era obvia.<br />
<br />
La Mediadora ya se había dado cuenta de que las preguntas retóricas eran bastantes frecuentes entre los humanos, y muy útiles a la hora de rellenar silencios incómodos.<br />
<br />
- No, aunque nosotros acabamos de llegar.<br />
<br />
Amiss se sentó con ellos, sonriente y sin tener idea de qué más decir.<br />
<br />
- ¿Vives cerca de aquí?- le preguntó Emma. Su italiano era vacilante e imperfecto.<br />
- Sí, vivo ahí al lado. ¿Veis ese edificio que hace esquina, junto al paso de peatones? Pues el mío es el contiguo. ¿Vosotros donde vivís?<br />
- Un poco más lejos, de camino hacia el centro. Tenemos que coger el autobús para venir a la Facultad.<br />
- Sí.- corroboró Malick, asintiendo con la cabeza.<br />
- Los dos vivimos cerca, así que siempre venimos juntos.<br />
- Espero que Isaac no tarde…- musitó, y lo decía con total sinceridad. Sin su usuario ni Mikäh cerca, se sentía incómodamente desprotegida.- Él vive cerca también, no debería retrasarse mucho.<br />
<br />
Cinco minutos más tarde, Isaac y Florian aparecieron en la plaza. El chico italiano sonreía despreocupadamente, como era costumbre en él, y por un segundo Amiss tuvo que recordarse a sí misma de que, oficialmente, ella todavía no lo conocía. Se incorporó después de que lo hicieran Malick y Emma y se obligó a mantener la calma.<br />
<br />
- Perdón por la tardanza.- dijo Isaac nada más detenerse ante ellos.- Este impresentable se demoró… acicalándose.<br />
- ¿Acicalándose…?- inquirió Emma, sin entender la palabra.- What does it mean?- le preguntó al estadounidense.<br />
- It means to groom.- respondió Ángela.<br />
<br />
Y sólo al advertir la fugaz sorpresa en las caras de los demás, Amiss se dio cuenta de que sin querer, había contestado en inglés en vez de en italiano.<br />
<br />
- ¿Hablas inglés?- preguntó Malick, en su propio idioma.<br />
- Sí…- contestó ella, a ojos de los mortales roja como un tomate por el desliz que había cometido.- Sí, claro, ¿quién no habla inglés? Las escuelas bilingües hacen maravillas y en España es de las pocas formas que tienes que terminar hablándolo y no chapurreándolo. ¿Verdad, Isaac?<br />
- Desde luego.- asintió él.- O aprendes en una escuela bilingüe o en una academia, no hay otra manera.<br />
- ¡Bueno, estupendo!- interrumpió Florian.- Si alguien de mi clase me pregunta dónde se dan clases particulares de inglés, se los enviaré a Ángela directamente. Porque tú te llamas Ángela, ¿no? Como Isaac no nos ha presentado…<br />
- ¡Cierto, lo siento! Florian, esta es Ángela y Ángela, este es Florian.<br />
- Encantado de conocerte.- dijo él, plantándole dos besos decididos en la mejilla.<br />
- Igualmente.<br />
- Y estos son Malick, de Estados Unidos, y Emma de Escocia.<br />
<br />
Florian los saludó a ambos con un apretón de manos.<br />
<br />
- Genial.- dijo.- ¡Ahora seguidme! Vamos a echarle a un ojo a ese bajo.<br />
<br />
El lugar en cuestión estaba cerca, por lo que fueron andando. Por el camino Florian les contó que el bajo antes había sido el antiguo trastero de un propietario particular, y que aparte de ser bastante espacioso también tenía una pequeña habitación con un fregadero y una pequeña despensa vacía, por lo que tenían sitio de sobra para llevar comida o cualquier otra cosa que requiriera almacenamiento. Gracias a la fluida conversación del italiano, a sus constantes bromas y charla alegre, no tuvo que preocuparse por dirigir el destino de la conversación y pudo limitarse a asentir, a reírse, a hacer alguna que otra aportación modesta y a deleitarse con los enormes árboles que flanqueaban toda la avenida Viale Luigi Merello. Isaac parecía de bastante buen humor, y eso la animaba. Sólo habían pasado dos semanas y el cumplimiento de su Ambición todavía quedaba muy lejos, pero Amiss ya se había dado cuenta de que el joven era todo un luchador.<br />
<br />
La persiana metálica del bajo necesitaba una mano de pintura nueva tanto o más que el propio edificio que le daba alojamiento, ya que a pesar de ser parte de un barrio residencial muy elegante estaba bastante descuidado. El quejido chirriante de la persiana al ser levantada por Florian quebró la tranquilidad que bañaba aquel silencioso lugar, haciendo que Amiss se sintiera como una intrusa. Isaac, por el contrario, estaba más que impaciente, y fue el primero en asomar la cabeza antes de que su compañero encendiera las luces. Era cierto que el sitio era espacioso, y daba para que seis u ocho personas pudieran trabajar a sus anchas. Aunque el suelo estaba sucio y el polvo se respiraba en el aire, el lugar tenía potencial.<br />
<br />
- El dueño me ha dicho que mientras que no hagamos grafitis en las paredes, tenemos luz verde para pintar si queremos hacer el lugar un poco más acogedor… y creo que no le vendría nada mal.- comentó Florian.<br />
- Tampoco le vendría mal un buen limpión.- añadió Emma, frunciendo la nariz.- A saber cuánto tiempo lleva esto sin ventilarse…<br />
- Obviamente esto necesita un apaño general, pero… ¿qué os parece? Nos dejan el alquiler a doscientos euros al mes… así que si somos ocho, nos sale a veinticinco pavos por cabeza. Barato, ¿eh?<br />
- ¿Y si se quiere apuntar alguien más?- preguntó Malick.- El sitio es grande, pero no sé si cabremos aquí dentro diez personas…<br />
- Dudo mucho que alguien vaya a venir todos los días a trabajar aquí, así que he pensado en hacer turnos. De momento no es necesario, pero si surge algún otro interesado creo que es un buen método para que estemos cómodos.<br />
- ¿Cómo vamos a traer las cosas hasta aquí?- inquirió Isaac, que se había colocado junto a la entrada.- No está lejos, pero hay un paseo bonito.<br />
- Tengo un colega que tiene coche, y ya me ha dicho que nos lo presta para hacer mudanza de trastos.<br />
<br />
Amiss asentía de forma automática a las palabras de los demás sin prestarles demasiada atención, absorta en las emociones que podían sentirse en aquel lugar: tristeza y decepción. No tenían demasiada fuerza y se limitaban a reptar por las sombras más oscuras de la estancia, huyendo de la luz, reacias a desaparecer. Era posible que fueran fruto de algún proyecto de futuro que no había salido bien o fantasmas de Ilusiones, Aspiraciones, Sueños, Ambiciones, Deseos y Esperanzas que ningún Mediador había podido cumplir. El ser consciente de aquello, sin embargo, en vez de desanimarla tuvo el efecto contrario: se alegró de poder ser partícipe de algo que por fin podría desterrarlas.
Florian dio una palmada y se frotó las manos.<br />
<br />
- Pues ya que todos estamos de acuerdo… quiero decir tres cosas. La primera es que espero no tener sorpresas desagradables a fin de mes cuando toque poner la pasta. La segunda, que mañana por la mañana quedaremos en Piazza d’Armi para hacer el traslado de material. Y por último… ¡sugiero que lo celebremos! Hay que inaugurar esto con una cerveza como Dios manda, así que propongo que vayamos a comprar unas birras y unas patatauelas…<br />
- What does patatuelas mean?<br />
- Chips.<br />
- … y luego a mi casa, a echar el rato. ¿Qué os parece?<br />
<br />
Aquella parte de la conversación sacó a Amiss de su ensimismamiento, que se giró bruscamente a la ferviente espera de que alguien se negara. Malick sonreía de oreja a oreja, Emma levantó los pulgares hacia arriba en señal más que afirmativa e Isaac se volvió hacia ella con expresión interrogante.<br />
<br />
- Por mí genial. ¿Te vienes, Ángela?<br />
<br />
Con un nudo en la garganta, de repente Amiss no supo qué decir y no pudo más que sacudir la cabeza negativamente.<br />
<br />
- No… no puedo.- balbuceó.- No puedo, mi avión mañana sale muy temprano…<br />
- No vamos a quedarnos de fiesta hasta las tantas, y todavía es temprano.- dijo Malick.<br />
- Ya, pero no… no tengo hecha la maleta, tengo muchas cosas que preparar…<br />
- Quédate solo un rato y luego te vas. No me dejes a solas con estos colgados.- pidió Emma.<br />
<br />
Florian se acercó hacia ella, con las manos juntas en actitud suplicante.<br />
<br />
- No te conozco apenas, pero no me da ninguna vergüenza arrastrarme para ponerte en evidencia. Si hace falta puedo incluso hasta llorar, te lo digo muy en serio.<br />
<br />
Completamente acorralada y bloqueada, Amiss miró a Isaac en busca de ayuda. Pero el joven le sonreía de forma alentadora.<br />
<br />
- Anda, ven un rato. Por favor.<br />
<br />
Pensó en Mikäh, y supo que el alma blanca la habría animado a acudir, acompañando su opinión de mofas y risas, pululando a su alrededor y llamándola cobarde. A pesar del miedo, la Mediadora sabía que en aquello consistía su tarea. Y que cumplir la Ambición de Isaac no era tarea fácil; no debía desaprovechar las oportunidades que le surgían para acercarse a él y ganarse su confianza.<br />
<br />
- Vale. Iré un rato. Pequeño.- cedió, rindiéndose.<br />
- ¡Genial!-exclamó el italiano.- Hay por aquí cerca un supermercado, podemos pasar por allí de camino a mi casa y…<br />
<br />
Isaac se sacó un billete de cinco euros del bolsillo y se lo entregó a Florian.<br />
<br />
- Compra lo mío y lo de Ángela con ese dinero.<br />
- Pero si yo no quiero beber…- interrumpió Amiss.<br />
- ¿Cómo no vas a beber? ¿Y con qué vas a brindar, con agua? No digas tonterías.- el chico rechazó sus palabras con un gesto de mano.- ¿A dónde vais?<br />
- Voy a acompañarla a su casa para ayudarle a llevar sus cosas de pintar al piso. Para traerlas nosotros mañana hasta aquí.<br />
- Vale, pero no tardéis demasiado.<br />
<br />
Isaac asintió y haciendo un movimiento de la cabeza, instó a Ángela a salir del bajo. Amiss suspiró, y deseó que Mikäh estuviera allí con ella.Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-87072244629314037142013-07-13T22:48:00.000+02:002013-07-13T22:48:47.532+02:00IASADE -116-Mila entró tímidamente y avanzó unos pasos hasta quedarse frente al caballete ocupado por el boceto a carboncillo. Amiss se metió en la cocina y dejó la bandeja sobre la encimera, dándose cuenta al observar a la muchacha tras el mostrador de que, súbitamente, el silencio indestructible del piso de Ángela había desaparecido… apuñalado por la respiración y el latido del corazón vivo de la humana.<br />
<br />
- Pasa, pasa… siéntate donde quieras.<br />
- ¿Estudias Bellas Artes?- preguntó la chica, admirada en la contemplación de su obra a medio terminar, tras sentarse en el sofá.<br />
- Sí, ¿y tú?<br />
- Educación.<br />
- Qué bien.<br />
<br />
Mila contemplaba ensimismada el piso, la decoración y la terraza, con la boca medio abierta, y Mikäh, que pululaba curioso a su alrededor, sonrió con cierta ternura.<br />
<br />
- Tu apartamento es precioso… y muy grande. ¿Vives sola?<br />
- Deberías preguntarle si le apetece algo de comer, o de beber. Eres una pésima anfitriona.<br />
<br />
Por un instante, Amiss no supo a cuál de los dos responder. Clavó la mirada en el alma blanca, que plegó las alas en un mudo gesto de disculpa, y luego rápidamente en la chica rogando que Mila no se hubiera dado cuenta. Meneó la cabeza.<br />
<br />
- Perdona, no te he escuchado bien. ¿Qué me habías preguntado?<br />
- Que si vives sola en el piso. Es muy bonito.<br />
- Sí, vivo sola… Oye, ¿quieres tomar algo?<br />
- Mmm… ¡vale! Un té está bien, si tienes. Podemos acompañarlo con una magdalena y así catamos qué tal están.<br />
- ¿Té? No sé si tengo té… voy a mirar. Un momento.<br />
<br />
De repente, la cocina le pareció una auténtica jungla inexplorada llena de cajones, muebles y puertas pequeñas. ¿Tendría té? ¿Dónde se guardaba? ¿Y qué hacía si no tenía? Mikäh, viéndola en apuros, abandonó el estudio de la visitante para acudir en su ayuda. Sobrevolando la cocina le fue indicando cajones en los que mirar y muebles que abrir hasta que al final dieron con un paquete de bolsitas de té en un estantería de la despensa, detrás de paquetes de cereales y galletas que Amiss ignoraba que tenía.<br />
<br />
- ¡Tengo té!- le dijo a Mila, triunfante.<br />
<br />
La chica se limitó a sonreír comedidamente.<br />
<br />
- Genial. ¿Cómo lo preparas tú? A mí me gusta con leche.<br />
- Sí, con leche.<br />
<br />
Y de repente se quedó completamente en blanco. ¿Cómo diantres se preparaba un té?
Pero, nuevamente, Mikäh le leyó el gesto de angustia y le dio la información que necesitaba.<br />
<br />
- Hay que calentar agua y tener a mano el azúcar. Busca un cazo… no, ahí no caben los cazos. Mira debajo del fregadero. Sí, ese. Bien, échale agua y ponlo en el fuego. Eh… no, Amiss, eso es una vitrocerámica. Elige uno de los círculos y enciéndelo…<br />
<br />
La Mediadora pulsaba enérgicamente sin ningún resultado cada uno de los botones de aquel panel negro, nerviosa.<br />
<br />
- ¿Necesitas ayuda?- preguntó entonces la chica, desde el salón.<br />
- ¡No, no! No te preocupes, no me hace falta.<br />
- Sí que te hace. Anda… déjame a mí.<br />
<br />
Y el falso ángel, en un santiamén, la encendió con tres movimientos de dedo.<br />
<br />
- Busca el azúcar. Seguramente esté en la despensa también. Y coge dos tazas.<br />
- No pienso beber té.- replicó en un susurro apenas audible.<br />
- Te ha traído unas magdalenas que no vas a probar, y aunque tienes excusa para eso probablemente le sentará mal de todas formas. Por muy “llena” que estés, un té entra siempre, así creo que será mejor que te aguantes y te lo tomes.<br />
<br />
Con un mohín, pero sabiendo que tenía razón, asintió y colocó dos tazas encima de una bandeja. Siguiendo las instrucciones de Mikäh, puso una bolsita de té y una cucharada de azúcar en cada una de ellas, y una vez que el agua estuvo hirviendo la vertió desde el cazo en las tazas hasta la mitad y las completó con leche hasta arriba. En un plato decorado con una filigrana de hojas otoñales depositó una magdalena especialmente grande, y haciendo verdaderos equilibrismos para no tirar la bandeja de camino al salón, salió de la cocina bastante concentrada en sus propios pasos.<br />
<br />
- ¿Tú no las vas a probar?- preguntó Mila, un tanto decepcionada.<br />
- Más tarde sí, pero es que he venido comida de la Facultad y todavía me siento bastante llena. Aunque por la pinta y por el olor, seguro que están riquísimas.<br />
- Eso espero, desde luego.<br />
<br />
La chica cogió un pellizco de magdalena y se lo llevó a la boca. Lo saboreó con una sonrisa y afirmó con la cabeza.<br />
<br />
- No es por echarme flores, pero sí, están riquísimas.<br />
- Muchas gracias por traerme unas cuantas.<br />
- De nada. En realidad, han sido una excusa. Tenía curiosidad por conocerte. ¿No eres de aquí, verdad?<br />
- No. Soy española.<br />
- Lo sé por el nombre, porque tu italiano es impecable. Mucho mejor que el de algunas personas que conozco.<br />
- Con el español pasa igual, hay mucha gente que destroza el idioma.<br />
- Habrás venido aquí con una beca, imagino.<br />
- Sí, estoy de Erasmus. Sólo estaré aquí este curso.<br />
- A mí me quedan dos años de carrera, y estoy deseando terminar.<br />
- ¿No te gusta?<br />
- Sí, pero mis padres me presionan bastante. Yo también vivo sola… aunque mi piso es mucho más pequeño que este. Ya te lo he dicho antes, pero es precioso. Me encanta la decoración… aunque bueno, si estás estudiando arte no es raro que tengas tan buen ojo para esas cosas.<br />
- Gracias.<br />
- Si alguna vez tienes algún cuadro que te sobre, por falta de sitio o porque no te guste, o incluso por vender… avísame. A mí me sobra espacio en las paredes.<br />
- Lo tendré en cuenta.<br />
- Que simpática es nuestra vecina, ¿verdad?- comentó Mikäh, sentado a su lado.<br />
<br />
Mila apuró la magdalena mojándola en el té y se puso en pie al terminar.<br />
<br />
- No quiero abusar más de tu hospitalidad. Me da la sensación de haber interrumpido.<br />
- Sólo estaba pintando, no te preocupes.- mintió Amiss.- Ha sido un placer conocerte.<br />
- Lo mismo digo. Espero que me tengas en cuenta para cualquier cosa que necesites.<br />
- Igualmente.<br />
<br />
La acompañó a la entrada, se despidió con un gesto de la mano y cerró los ojos sintiéndose enormemente aliviada cuando cerró la puerta. Mikäh frunció el ceño.<br />
<br />
- Eres una exagerada.<br />
- No me gusta hacer amigos humanos fuera de mi horario estrictamente laboral.<br />
- Tu horario laboral es a tiempo completo, no sé si te acuerdas.<br />
- Es un asco, eso es lo que es. Menos mal que este finde nos vamos a la Capital… no aguanto más, estoy saturada.<br />
- Antes de irnos tienes una tarde muy intensa por delante.<br />
- Lo sé… y ya queda poco tiempo para tener que salir del apartamento. Colócate, que voy a seguir dibujando.<br />
<br />
Mikäh obedeció y se repantingó sobre los cojines como un auténtico semidios griego, sonriendo con cierta presunción.<br />
<br />
- Cuando tus obras sean famosas, yo apareceré en ellas. Y la humanidad se preguntará… ¿quién es ese apuesto joven vigoroso, de grácil figura y belleza deslumbrante?<br />
- Mis obras no se harán famosas.<br />
- No seas pesimista.<br />
- Y tú no te hagas ilusiones.<br />
- Por cierto… - su sonrisa desapareció.- No voy a acompañarte ahora.
Amiss soltó de nuevo el carboncillo y lo miró con seriedad.<br />
- ¿Por qué no? Precisamente hoy, tu ayuda me vendría que ni pintada. Voy a estar con… ¿cinco humanos o más? Puede que me muera otra vez.<br />
- Yo confío plenamente en ti y sé que serás capaz de arreglártelas sin problemas.- respondió él, alentándola.- No te menosprecies.<br />
- Vaya excusa mala.<br />
- No es una excusa, es la verdad. Lo harás genial, y ya que tú no lo crees… tendré que demostrártelo.<br />
- ¿Dejándome sola?<br />
- Sí.<br />
- ¿Y a dónde vas a ir?<br />
- Haré algo de turismo. Me gusta mucho Cagliari, tiene mucho que ver. Iré fichando sitios, y cuando volvamos de la Capital te los enseñaré.<br />
<br />
Amiss asintió en silencio, sin saber si enfadarse o alegrarse por las palabras de Mikäh. La tristeza que merodeaba en torno a ella dolía mucho más cuando el alma blanca se alejaba, pero en cierto modo incluso aquella melancolía resultaba reconfortante en comparación con la incertidumbre que la perseguía. Volvió a asentir, para sí misma en aquella ocasión. Tampoco era bueno para ella que Mikäh estuviera siempre a su lado. Se acostumbraba demasiado rápido a su presencia y tanto que, cuando se presentaba una separación aunque solo fuera temporal, se resistía a perderlo de vista y eso sólo le hacía más daño aún. Porque sabía que en algún momento, que ya no quedaba muy lejano, aquella separación sería definitiva.<br />
<br />
- Vale. Sí, será positivo que lo haga yo sola… al menos ahora sé preparar un té. Voy a arrasar.Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-77857210758283404962013-07-11T14:18:00.001+02:002013-07-11T14:18:20.182+02:00Migrando<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-xhbKIUd1bi4/UYpAIk_R2cI/AAAAAAAABQE/EsDTWBX665U/s1600/swallows_by_theumbrella.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://2.bp.blogspot.com/-xhbKIUd1bi4/UYpAIk_R2cI/AAAAAAAABQE/EsDTWBX665U/s400/swallows_by_theumbrella.jpg" width="308" /></a></div>
El calor había llegado de repente, acompañado de las golondrinas. Como siempre, la primavera apenas había durado un mes; el tiempo justo para que los agricultores plantaran las semillas de la futura cosecha y para que las mujeres guardaran los sayos y sacaran las camisas sin mangas. En el pueblo, el suelo estaba cubierto por el polvo abrasador del verano y la tierra que los carros procedentes del campo dejaban tras de sí. La mayoría de la gente evitaba pisar la calle desde el medio día hasta el ocaso, pero el viejo Timtiel permanecía el día entero en la Plaza Menor, resguardado del sol bajo su tenderete de lona.<br />
Aunque ya era mayor, Timtiel seguía siendo un hombre recio y fuerte. Tenía la piel tostada y arrugada como el papel, las extremidades nervudas y el rostro adusto. El bigote tieso que tenía debajo de la nariz, sin embargo, lo hacía parecer amable, y todo el mundo sabía que se le daba bien escuchar. Timtiel era el confesor del pueblo, y también vendía empanadas, tortas y dulces.<br />
Siane lo observaba sentada en los escalones de un portal cercano. Por mucho que se encogiera sobre sí misma, los dedos de los pies seguían quedando desprotegidos de la sombra del tejado y la suela de las sandalias le quemaba. En la plaza, los chicos de su escuela habían hecho un corro a su alrededor y le suplicaban comida gratis. El viejo Timtiel se hacía el duro, pero tanto los niños como él sabían que al final les daría un bollo a cada uno. La reticencia a abandonar su refugio la mantenía lejos del tenderete, a pesar de que ella también tenía hambre.<br />
Después de unos minutos de lloriqueos, Timtiel cedió y les obsequió con una torta de maíz y mermelada. Los niños gritaron alborozados y saltaron, dándole las gracias. Uno de ellos, un chiquillo rubio y desgarbado, se acercó al portal para darle una dulce a Siane. Se sentó a su lado una vez que ella lo hubo aceptado y ambos comieron en silencio.<br />
<br />
- Mi padre ha dicho que te diga que tú y tu familia estáis invitados a cenar mañana por la noche en mi casa.- dijo el niño, de carrerilla. Como si lo hubiera ensayado varias veces.<br />
<br />
Ella asintió. Había varias cosas que Siane sabía sin necesidad de preguntar. Una de ellas era que había cosas que cambiaban a lo largo del tiempo dependiendo de las circunstancias y otra que, por por mucho que cambiara la vida, había cosas que permanecían inmutables pese a todo. El viejo Timtiel siempre era bondadoso con todo el mundo y nunca pedía nada a cambio de un favor. Pero había otras personas cuyo interés era migratorio y se cobraban los favores ritualmente. Siane era demasiado pequeña para intuir lo que sucedía en realidad, pero aún así era consciente de que algunas personas se interesaban por su bienestar y el de su familia a cambio de ella contestara a las preguntas que le hacían. Aquellas voces que escuchaba en su cabeza habían estado ahí desde que ella tenía uso de razón, y a pesar de su tierna edad Siane sabía con certeza que nunca mentían.<br />
Lo que ignoraba por completo era que todas las riquezas que sus padres habían acumulado en el último año eran el pago por el don que ella poseía: la respuesta a cualquier pregunta.<br />
<br />
El niño se levantó y se marchó sin despedirse. El resto de chiquillos también se dispersó después de la merienda, pero ella se quedó en los escalones hasta que su padre apareció en la plaza subido al carro. Antes de llegar hasta él se detuvo junto al puesto de Timtiel para darle las gracias. El viejo le contestó con un gesto seco de cabeza y la siguió con la mirada mientras se alejaba, resguardado del sol bajo la lona de su tenderete.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://theumbrella.deviantart.com/" target="_blank">theumbrella</a>]<br />
<br />
<b><i>Siane es uno de los personajes clave de un proyecto que tengo entre manos desde que asistí al curso de novela. Aún no tiene título, pero como es posible que suba algún relato más sobre ella o sobre otro de los personajes, lo etiquetaré con el nombre de We Are Broken (canción que me inspiró la idea). </i></b><br />
<br />
<br />Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-48907797954586733252013-06-22T15:05:00.000+02:002013-06-22T15:06:06.970+02:00IASADE -115-Otra rutina que se había impuesto a sí misma era la de fingir los tiempos mortales para guardar mejor las apariencias, y por eso cuando llegaba al apartamento de Ángela después de las clases se ponía a pintar durante lo que, aproximadamente, Amiss pensaba que podría tardar en almorzar y hacer un poco de la habituada sobremesa humana. No le preocupaba el hecho de no tener vigilado a Isaac durante ese tiempo, porque después de comer su usuario dedicaba ritualmente una hora a conectarse al ordenador para hablar con sus familiares y amigos, y tras los primeros días de observación decidió que aquella información no le resultaba esencial para su tarea. También se había acostumbrado a poner música de fondo para romper aquel silencio opresor que invadía el piso y para evitar las sospechas que sus vecinos pudieran tener sobre ella, ya que nunca hablaba por teléfono, no veía la tele ni recibía visitas. Aquel viernes no fue distinto, y lo primero que la Mediadora hizo tras entrar en el apartamento fue encender la radio y subirle el volumen. Se quitó la ropa humana y la dejó sobre el brazo del sofá, abrió la mochila y sacó de nuevo la caja de carboncillos y sanguinas junto con la paleta y los acrílicos. Mikäh se tumbó a su lado, cómodamente atrincherado entre varios cojines, tarareando entre dientes la canción que sonaba y cuya letra se sabía ya de memoria.
Amiss se enfrentó al caballete, que sostenía uno de los pocos tablones que le quedaban del cargamento que había traído Mikäh la semana anterior, con las manos de nuevo ennegrecidas por el carboncillo que había elegido para continuar el boceto, y se dejó llevar. Al contrario que dentro del aula, en el apartamento no se veía acosada por la preocupación de que alguien estuviera supervisando sus dibujos por encima del hombro juzgando sus habilidades, y podía limitarse sin más a dejarse guiar por sus propios instintos, sin distracciones. Aquel era el segundo dibujo que hacía con aquellos materiales, y cada vez le gustaban más. Eran herramientas débiles, que se desgastaban con facilidad y se partían más fácilmente aún, pero versátiles a la hora de trazar líneas y manchas. Su modelo, a falta de otra cosa, era Mikäh. El falso ángel, recostado lánguidamente sobre el sofá, fingía un bostezo de vez en cuando para irritarla y arrancarle una mirada asesina. Amiss contempló la escena analizando la luz y giró el carboncillo para usar su lado más plano y dar una sombra más extensa. Fue entonces cuando llamaron a la puerta.
El brazo se le quedó paralizado sobre el tablón, pero Mikäh sólo se encogió de hombros ante su expresión de pánico absoluto.<br />
<br />
- Recuerda que tienes música.- le dijo.- Y el objetivo de ponerla era concienciar indirectamente a tus vecinos de que no eres un personaje ficticio, sino una humana real que respira, se alimenta y todas esas cosas. La buena noticia es que está funcionando.<br />
<br />
Amiss no respondió. Dejó la caja de carboncillos en la batea del atril y se retorció las manos con nerviosismo.<br />
<br />
- ¿No vas a abrir?- preguntó el alma blanca.<br />
- Puedo fingir que con la música no he oído el timbre…<br />
- No seas cobarde.<br />
<br />
La Mediadora le hizo un gesto obsceno antes de acercarse a la puerta despacio y de puntillas, sin querer hacer ruido, para asomarse ligeramente a la mirilla. Al otro lado, y distorsionada por la curvatura del cristal, había una figura con pelo largo y algo en las manos que volvió a llamar al timbre haciéndola retroceder debido al sobresalto.<br />
<br />
- Parece una chica.- susurró.- ¿Le abro?<br />
- Desde luego… pero antes te sugeriría que te vistieras.<br />
<br />
Amiss maldijo entre dientes y volvió sobre sus pasos para ponerse la ropa con prisas. Tan apresuradamente que la torpeza se le enredó en las piernas al intentar ponerse el pantalón y se cayó de culo en el suelo, propiciando las carcajadas de Mikäh. Furiosa y avergonzada, la Mediadora le dio la espalda y acudió nuevamente a la puerta. Cerró los ojos, tomó aire para empezar a fingir la respiración, y abrió a su desconocido visitante.
Una chica, más bajita que ella, la esperaba al otro lado. Tenía el pelo castaño y ensortijado, recogido en una coleta a un lado que le caía sobre el hombro derecho, una sonrisa temblorosa y unos ojos grandes y expresivos que le recordaron a Samy, y que por un segundo la confundieron. La muchacha sostenía en las manos una bandeja de magdalenas que olían muy bien.<br />
<br />
- Hola… ¿interrumpo algo, o vengo en mal momento?<br />
<br />
Amiss se tragó el “sí” que le hubiera encantado decirle, y con una sonrisa forzada sacudió la cabeza en una negación.<br />
<br />
- Claro que no.<br />
- Menos mal. Me llamo Mila… soy tu vecina de al lado. Verás… ya te he visto alguna que otra vez pasar por el portal, y bueno… pensé que sería buena idea venir a presentarme. De paso, te he traído estas magdalenas. Me he puesto a hacer dulces y sin querer he hecho más de los que pretendía… Espero que te gusten.<br />
<br />
Amiss cogió la bandeja que le ofrecía sin saber muy bien qué decir ni qué cara poner.<br />
<br />
- Lo suyo sería que la invitaras a pasar.- comentó Mikäh.<br />
<br />
Asintiendo a sus palabras sin darse cuenta, abrió la puerta un poco más.<br />
<br />
- Yo me llamo Ángela. ¿Quieres entrar?<br />
- Oh… ¡claro, gracias!Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-45962130680802520742013-06-20T07:47:00.000+02:002013-06-20T12:01:01.470+02:00Don't look back in anger<object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=b2bd0c2" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br />
<i>Slip inside the eye of your mind</i><br />
<i>Don't you know you might find a better place to play</i><br />
<i>You said that you'd never been</i><br />
<br />
- But all the things that you've seen will slowly fade away...<br />
<br />
El parabrisas se movía rítmicamente limpiando las gotas de lluvia, pero el parpadeo frenético de Ainara, casi desesperado, no conseguía apartar las lágrimas que le empañaban la mirada. Detrás del cristal de la ventanilla, el paisaje estaba doblemente emborronado debido a la tormenta y a su propio llanto. El cielo estaba negro y los árboles quedaban rápidamente atrás a ambos lados de la carretera. Una débil voz en su cabeza no paraba de decirle que conducir de esa manera era una locura y le pedía que se detuviera, invocando a una sensatez que sabía ausente. Tenía tanto el ánimo como el juicio tan desbordados como nublados sus ojos y la tristeza le anulaba por completo la prudencia.<br />
<br />
<i>So I start a revolution from my bed</i><br />
<i>'Coz you said the brains I had went to my head</i><br />
<i>Step outside the summertime's in bloom</i><br />
<i><br /></i>
<i>- </i>Stand up beside the fireplace, take that look from off your face. You ain't ever gonna burn my heart out...<br />
<br />
Su voz era un susurro quebrado por la pena en un inútil intento de canción. Sujetó con aún más fuerza el volante a través de una carretera borrosa por el chaparrón y sus sollozos. El reloj del salpicadero indicaba que debía estar amaneciendo, pero aquellos nubarrones oscuros no dejaban pasar el sol. Un relámpago iluminó por un segundo el relieve abultado de las nubes y Ainara sintió la tierra temblar bajo su coche. Se mordió el labio y continuó cantando.<br />
<br />
- So Sally can wait, she knows it's too late as we're walking on by. Her soul slides away... "But don't look back in anger" I heard you say.<br />
<br />
<i>Take me to the place where you go</i><br />
<i>Where nobody knows if it's night or day</i><br />
<i>Please don't put your life in the hands</i><br />
<i>Of a Rock 'n' Roll band who'll throw it all away</i><br />
<i><br /></i>
Sacudió la cabeza con amargura ante aquellas palabras. Sí, ella también había puesto su vida en manos de alguien que la había tirado por la borda. Una lágrima se desprendió por fin de sus pestañas y pudo saborearla; su gusto salado fue como una confirmación para sus pensamientos. El recuerdo venenoso de los buenos momentos le apuñalaba el corazón una y otra vez, haciéndole apretar los dientes con rabia. El asco y la compasión por sí misma la ahogaban, impidiéndole sentir con claridad. Dolor, tristeza, alegría, miedo, esperanza... ya no había vuelta atrás. Lo había dejado, se había marchado y sabía que no volvería nunca. Que no se iba a dejar engañar otra vez. Buscaba angustiada los motivos que la habían obligado a irse, pero todos estaban ocultos por las risas, los besos y las noches en vela entre sábanas insomnes. Otro relámpago incendió el cielo y la lluvia arreció. Con una mano se limpió los ojos.<br />
<br />
<i>Gonna star the revolution from my bed</i><br />
<i>'Coz you said the brains I had went to my head</i><br />
<i>Step outside 'coz summertime's in bloom</i><br />
<i>Stand up beside the fireplace, take that look from off your face</i><br />
<i>You ain't gonna burn my heart out</i><br />
<i><br /></i>
Cogió un desvío y abandonó la autovía. Recorrió una carretera rural llena de baches y piedras hasta detenerse por fin. El siguiente relámpago dejó ver un rayo distante, y el saber que la tormenta se alejaba la hizo sentir algo mejor. Como si se tratase de una metáfora, de un buen presagio. Subió el volumen de la música y continuó cantando.<br />
<br />
- So Sally can wait, she knows it's too late as we're walking on by. Her soul slides away... "But don't look back in anger" I heard you say...<br />
<br />
<i>So Sally can wait</i><br />
<i>She knows it's too late as we're walking on by</i><br />
<i>Her soul slides away</i><br />
<i>"But don't look back in anger" I heard you say</i><br />
<br />
Ainara salió de coche dejando la puerta abierta tras de sí. La lluvia todavía caía, pero a ella no le importaba. Tal vez el agua pudiera llevarse consigo parte de la pena y la decepción. Unos metros por delante de ella había un barranco y aunque desde allí no se podía ver, Ainara sabía que estaba allí. Avanzó hasta el borde casi corriendo y gritó hasta quedarse sin voz. Para purgarse a sí misma.<br />
<br />
- So Sally can wait, she knows it's too late as we're walking on by. My soul slides away... "But don't look back in anger, don't look back in anger"... I heard you say... at least not today...<br />
<br />
<br />Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-66228783711909912762013-05-29T20:16:00.000+02:002013-05-29T20:16:00.481+02:00IASADE -114-Las dos semanas siguientes estuvieron dominadas por una rigurosa rutina que Amiss (y Mikäh) se aseguraba de cumplir a rajatabla, intentando no tener en cuenta el agotamiento, el miedo o las preocupaciones. Aquel, sin duda alguna, era la tarea más dura y difícil de la que se había hecho cargo hasta el momento, ya que debía estar siempre alerta, siempre fingiendo y desempeñando su papel. Convivir con los humanos de forma plena exigía mantener unas apariencias permanentes de forma paralela a su trabajo como Mediadora.
Por las mañanas, de lunes a viernes iba a la Facultad de forma religiosa para atender a sus clases y socializarse como una mortal más. Aquel era un hábitat completamente nuevo para ella, un campo de juego distinto, peligroso y amenazador. Parecido a una jungla llena de depredadores, trampas e inclemencias tan fieras como un enemigo armado, que pretendía tragársela y masticarla con lentitud. No podía evitar asustarse de su propia sombra y era incapaz de dejar de buscar hostilidad en los ademanes de los humanos que la rodeaban.<br />
<br />
El segundo día fue incluso peor que el primero, y el tercero lo fue sólo un poco menos. Pero para el jueves, Amiss se había forjado una segunda piel con resignación y aquel miedo constante que parecía indeleble.
Sin embargo, a pesar de su pánico, el inicio del curso fue bastante relajado. Comenzaron con ejercicios de recuerdo que tenían como objetivo desempolvar la imaginación y quitar el óxido veraniego a los dedos perezosos, y que sumados a sus prácticas nocturnas hasta el amanecer ayudaron a menguar el terror que había experimentado al conocer las metas finales de las asignaturas. Tanto el lápiz como el pincel le vacilaban en las manos, pero ningún profesor la machacó por eso. La corregían, como a todo el mundo, y criticaban constructivamente su trabajo, como a todo el mundo, pero justamente de eso se trataba: nadie en clase se salvaba de un consejo, un análisis de errores o de una reprobación por parte de los profesores, porque todo el mundo tenía todavía mucho por aprender. Y gracias a aquello, y a la gran ayuda que le suponía el tener a Mikäh con ella en la Facultad, el último día de la primera semana Amiss se fue a su piso con mucho mejor ánimo y la certeza de que no era una nulidad sin remedio.
El tema social, en las clases, era en cambio harina de otro costal. Era obvio a ojos de cualquiera que Isaac y ella se habían hecho amigos y casi inseparables. Isaac tenía don de gentes y hablaba con todos: saludaba indiscriminadamente, ayudaba a quién lo necesitaba, respondía preguntas de buenas maneras, bromeaba con quién tenía a su lado y entablaba conversación sin ningún tipo de problemas, tanto con los profesores como con el resto de los alumnos. Pero siempre que había un descanso u hora libre, Isaac se sentaba a su lado a charlar o ambos se iban un rato a pasear por la Facultad o a la cafetería. Y aquello, de entrada, le granjeó a la Mediadora unas cuantas enemigas.<br />
<br />
Amiss no compartía la facilidad de Isaac para hablar con los demás, y casi siempre estaba junto al muchacho participando escasamente en las conversaciones que él mantenía con otros compañeros. No tomaba nunca la iniciativa, y si Isaac no estaba presente solía quedarse en su asiento sin hablar con nadie. La mayoría de los humanos de su clase eran simpáticos, y en general se percibía un intento por parte de todos por llevarse bien y generar una complicidad común, exceptuando un grupo de cinco chicas italianas que desde el segundo día parecían haber fundado una coalición “secreta” en su contra y cuya actitud consistía en mirarla mal en todo momento y pronunciar su nombre con el más profundo desprecio, entre otras muestras diversas de desdén. A Amiss, toda aquella parafernalia le divertía, y Mikäh, que no se tomaba absolutamente nada con la seriedad necesaria, solía pasarse las horas en torno a ellas mofándose y riéndose de sus inútiles declaraciones de odio. Isaac, por otro lado, se había dado cuenta rápidamente de su “timidez y reserva”, y como buen amigo, se esforzaba por incluirla en las charlas con los otros compañeros, animándola a relacionarse con los demás. Se quedaba a su lado, le sonreía para darle fuerzas y de vez en cuando se preocupaba por sacar temas de los que ambos ya habían hablado con anterioridad para que tuviera algo más que decir. “Imagina que todos son usuarios”, se decía a sí misma una y otra vez en un intento por liberarse del miedo, pero estar pendiente de tantos factores, tonos, caras, bromas e hilos temáticos en una conversación de más de dos personas era demasiado para ella, que sólo estaba acostumbrada al trato individual.<br />
<br />
- No te agobies.- le había recomendado Mikäh.- Tómatelo con calma. Observa y aprende, y ya te irá saliendo solo.<br />
<br />
Y aunque tenía bastantes dificultades, la segunda semana ya saludaba a algunas personas al entrar a clase, sabía quienes podrían prestarle algún material sin verla como una gorrona y algún que otro humano le sonreía de vez en cuando. Entre Isaac y ella, después de haber aceptado el ofrecimiento del muchacho para unirse al alquiler del bajo que quería conseguir su compañero de piso, se hicieron eco de la oportunidad al comentarlo a los demás chicos y chicas de la clase. La mayoría la rechazó alegando que no tenía dinero suficiente como para pagar un alquiler extra aparte de su alojamiento, pero dos de los estudiantes Erasmus se unieron gustosamente: el estadounidense, de nombre Malick Fowler, y Emma Cunningham, la chica escocesa. Isaac le había dicho esa mañana que Florian ya había encontrado sitio, por lo que quedaron esa misma tarde para ir a echarle un ojo.<br />
<br />
- Nos vemos a las seis y media en Piazza d’Armi esta tarde, ¿os parece bien?- preguntó su usuario a los extranjeros, al terminar la última clase del viernes de la segunda semana.- ¿Sabéis dónde está?<br />
<br />
Ellos asintieron y con un gesto de despedida dirigido también hacia ella, se marcharon juntos. Isaac sonrió.<br />
<br />
- Florian se alegrará de tener nuevos reclutas, porque al final el bajo va a salir más caro de lo que él pensaba…<br />
- Sí, mejor para todos.- asintió Amiss.<br />
- Por cierto… quería advertirte sobre Florian. No hagas caso de lo que te diga, ¿vale? No tiene muy claro el límite entre las bromas y la realidad.<br />
- Lo tendré en cuenta.- dijo, con más seguridad de la que sentía.<br />
- Bien. Pues nada… nos vemos esta tarde allí, ¿no? Voy a esperar a que salga Florian para ir con él de vuelta al piso.<br />
- Claro. Luego nos vemos.<br />
<br />
Isaac le dijo adiós con la mano y se quedó viéndola marchar mientras se alejaba.<br />
<br />
- Espero que al final no seamos muchos en ese bajo… - masculló Amiss entre dientes.- O al final me acabaré asustando allí más que en las clases.Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-76768133443001021652013-05-28T20:47:00.001+02:002013-06-20T11:03:47.914+02:00Condenado<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-EBBHLeMS1Fs/UYo-msXrGGI/AAAAAAAABPU/oFrX5nqGlEI/s1600/_121_1_by_hoooook-d5mbox5.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://3.bp.blogspot.com/-EBBHLeMS1Fs/UYo-msXrGGI/AAAAAAAABPU/oFrX5nqGlEI/s400/_121_1_by_hoooook-d5mbox5.jpg" width="255" /></a></div>
Todavía te veo, tanto en mis sueños más hermosos como en las más horribles pesadillas. Y al abrir los ojos estás a mi lado, tumbada junto a mí, observándome en silencio. Con esa mirada ardiente y profunda que amenaza con atraparme para siempre, en una promesa de placeres infinitos y maldiciones inimaginables para cualquiera que se atreva a rechazarla. Todavía al amanecer me despierto bañado en un sudor frío que me quema la piel, poseído por el deseo enfermizo que abrasa a este cuerpo anhelante del tuyo. Todavía puedo evocarte sin error, oler de nuevo la fragancia seductora de tu cabello negro como la tormenta, contar los lunares de tu pálida tez bajo la luz de la luna, perderme en la llamada de tu boca entreabierta y en las insinuaciones de tu desnudez. Y aún no puedo dejar de delirar imaginando todo lo que una vez me ofreciste. Condenado a recordarte cada día de la vida inmortal con la que me obsequiaste como castigo a la negativa que te di como respuesta a tus regalos.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://hoooook.deviantart.com/" target="_blank">hoooook</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-88843003259386150592013-05-13T21:58:00.000+02:002013-05-13T21:58:39.070+02:00IASADE -113-El anochecer estaba cerca cuando Amiss regresó por fin a su apartamento. Se había pasado la tarde entera refugiada en la sombra de Isaac, siguiéndolo incansable en el horrible laberinto burocrático que había resultado ser el sistema administrativo de la Universidad de Cagliari. Dispuesto a empezar pisando fuerte en el mundillo, su usuario había ido a la Universidad con el objetivo de reunir información sobre las iniciativas educativas y profesionales que ofertaba la Universidad a los estudiantes, sobre talleres y actividades, posibles empleos y formas de conseguir exponer a lo largo del curso. Pero sus pesquisas habían resultado ser mayoritariamente infructuosas y el joven se había visto obligado a ir mendigando una respuesta de puerta en puerta, sin éxito. En Secretaría le habían dicho que aquello era competencia del Decanato de la Facultad y allí, que todo aquello no era responsabilidad de Bellas Artes sino del Consejo de Estudiantes, cuya sede estaba en el complejo administrativo en el centro de la ciudad. Isaac había llamado por teléfono, y un operador con bastantes malas pulgas le había pedido su e-mail para enviarle la información cuando pudiera, después de decirle que sobre el tema de exposiciones ellos no tenían nada que ver y que para eso debería llamar a las galerías de Cagliari. Por eso, cuando el reloj de la Facultad estaba a punto de dar las ocho, el ánimo del muchacho estaba más negro aún que la tormenta, todavía lejana, que se aproximaba por el oeste.<br />
<br />
Para entrar en su piso, la Mediadora se deslizó por la ventana de su habitación, que llevaba abierta todo el día. En el dormitorio, cerrado al pasillo, olía a polvo y a sol tardío, y las sombras se alargaban lentamente comiéndose la luz crepuscular. Amiss observó la estancia, desnuda en comparación con la de Isaac, sin fotografías ni memorias que dieran pista alguna sobre su vida. Todos los recuerdos estaban encerrados en su interior, y cada vez eran más, creciendo sin detenerse. ¿Cuánto tardarían en desbordarla…?<br />
Abandonó, con el mismo pesar de siempre, su forma etérea, y avanzó con los pies descalzos hasta el comedor. También allí el ocaso se entretenía oscureciendo los muebles, pintándolos de los minutos previos a la desaparición del sol, sin que nadie se preocupase por encender una luz. El silencio también escalaba la madera, y la soledad se dejaba caer lánguida sobre los ya no tan vistosos cojines del sofá. Pero aquellos fueron los únicos recibimientos obtenidos. Un pánico asfixiante se le anudó alrededor de la garganta al no ver a Mikäh por ninguna parte, y como alma que lleva el Diablo salió a la terraza y se aferró a la barandilla, buscando un batir de alas en el cielo, a franjas de un color rojo incandescente y negro tormentoso. Desde el balcón, las luces empezaban a prenderse detrás de los cristales contiguos.<br />
<br />
- ¡Eh, tú! Quita de ahí.<br />
<br />
Amiss levantó la mirada para descubrir al falso ángel descendiendo desde el tejado con varios tablones de madera y cartones cargados a su espalda. Su preocupación se esfumó al instante, remplazada por un enfado repentino.<br />
<br />
- ¿Estás mal de la cabeza? ¡Alguien puede verte!<br />
- Y a ti escucharte. ¿Te quieres apartar de una vez?<br />
<br />
Resoplando entre dientes Amiss se apartó y ayudó a Mikäh a bajar su cargamento e introducirlo dentro rápidamente antes de que a algún vecino le diera por asomar la cabeza o salir a la terraza.<br />
<br />
- Espero de verdad que nadie te haya visto, porque unos cuantos chismes voladores llaman bastante la atención…<br />
- Me ofendes.- replicó él, molesto.- Me he esperado expresamente a que oscureciera para venir, y me he asegurado de que no me viera ni un alma.<br />
- Más nos vale.- Amiss se cruzó de brazos y miró los tablones y el montón de cartón con una mueca.- ¿Para qué se supone que es todo esto?<br />
- Es un regalo.- contestó Mikäh, sonriendo de oreja a oreja.<br />
<br />
Su mueca se convirtió en un gesto de sorpresa.<br />
<br />
- Pues no le encuentro finalidad.<br />
- Tienes más problemas de lo que yo pensaba.- meneó la cabeza.- Son maderas y cartones para que puedas practicar los ejercicios de clase en casa. Es decir… pinta tú por tu cuenta, experimenta, y así a lo mejor consigues ganar un poco más de confianza para estar más tranquila en la Facultad.<br />
<br />
Al volverlos a mirar, ya no eran desperdicios ni basura rescatada, sino paletas y lienzos a su disposición que no iban a musitar una sola queja si acababa transformándolos en la antítesis de una obra de arte. Una tímida sonrisa comenzó a bailar por fin en sus labios.<br />
<br />
- Gracias. La verdad es que… - titubeó, insegura. Quería hacerle saber que se había preocupado mucho por él, pero le daba vergüenza y las palabras terminaron por no acudir a su llamada.- te lo agradezco mucho.<br />
- De nada.
Mikäh se sentó en el borde del sofá, con las alas plegadas al cuerpo. Se desperezó largamente a pesar de no tener ninguna necesidad.<br />
- ¿Y tú qué? ¿Has sacado algo de provecho?<br />
- Más o menos.<br />
- Cuéntame.<br />
- Vale, pero espera un segundo.- Amiss se frotó las manos, impaciente. Los ojos le brillaban.- Antes quiero empezar con esto… para ir probando. Voy a por los materiales, no tardo nada.Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-83481198869734767732013-05-07T20:35:00.002+02:002013-05-07T20:35:44.209+02:00Te odio<a href="http://2.bp.blogspot.com/-EhGODurf5yI/UYlJOh1HwpI/AAAAAAAABOs/_JDwn8dvAhU/s1600/ignis_by_negativefeedback-d5x5ta7.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="278" src="http://2.bp.blogspot.com/-EhGODurf5yI/UYlJOh1HwpI/AAAAAAAABOs/_JDwn8dvAhU/s400/ignis_by_negativefeedback-d5x5ta7.jpg" width="400" /></a>¿A quién quieres engañar? Tus gritos derrumban las paredes y sus llantos hacen temblar los cimientos del edificio. A mí me hierve la sangre, y me siento tentada de colar por debajo de tu puerta amenazas con forma de carta y letras recortadas de algún periódico. Es que ni siquiera puedo imaginármelo. Su mirada y sus lágrimas, ambas indefensas ante tus sucias palabras, tus frases hirientes, tus berridos crueles y tus golpes invisibles. Pondría la mano en el fuego al afirmar que esos corazones, de siete y dos años, todavía no han sentido la caricia del afecto paterno. Aunque sí, es cierto que se te da de puta madre fingir. Sales a la calle disfrazado con esa sonrisa hipócrita y esos ojos amables que consiguen convencer a cualquiera que no comparta techo contigo de que eres un ser humano decente. Si es que llegas a humano..., porque para mí no eres más que un monstruo. Un ser asqueroso al que deberían de haberle extirpado el órgano reproductor para que no pudiera tener hijos. Me despierto todas las mañanas con el alma abierta en canal al oírlos llorar desconsoladamente, al pensar en el miedo, la soledad y la infelicidad que debe acompañarlos desde que se acuestan hasta que se levantan siendo víctimas de esa amargura crónica que te corroe a ti y que les está robando la infancia.<br />
Espero que algún día la vida te devuelva todo el daño que les estás haciendo. Y que ese día te hundas para no volver a levantar cabeza.<br />
<br />
[Imagen por <a href="http://negativefeedback.deviantart.com/" target="_blank">NegativeFeedback</a>]Energeiahttp://www.blogger.com/profile/12847270980555556867noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-8474621615724466946.post-82914504563448266182013-04-03T20:56:00.003+02:002013-06-20T11:18:02.925+02:00Brujería moderna<a href="http://3.bp.blogspot.com/-hO8U_P9DzZg/UVx6sVRq5DI/AAAAAAAABOY/ZsN_CcWDOWA/s1600/unknown_traveler___iii__by_christine_muraton-d5gsjkv.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://3.bp.blogspot.com/-hO8U_P9DzZg/UVx6sVRq5DI/AAAAAAAABOY/ZsN_CcWDOWA/s400/unknown_traveler___iii__by_christine_muraton-d5gsjkv.png" width="400" /></a>El coche se detuvo y los faros, que iluminaban los árboles a su alrededor, se apagaron acompañados del ronroneo quejumbroso del motor. La luna, plena sobre el cielo, arrojaba su resplandor plateado sobre el claro que se abría por delante del vehículo, proyectando sombras líquidas y movedizas que jugaban encima de la tierra húmeda. Las dos puertas delanteras y una trasera se abrieron al mismo tiempo y tres chicas salieron del coche, con linternas en mano.<br />
- Joder, está todo embarrado.<br />
Se oyó una risa.<br />
- ¿Y qué esperabas? Ha llovido durante toda la semana.<br />
- Pues algo de humedad, pero no este fango asqueroso...<br />
- Tu amor por la naturaleza es un poco cuestionable.<br />
- Simplemente no me gusta mancharme, ¿tan difícil es de entender?<br />
Una de ellas abrió el maletero y dejó la linterna encendida en su interior. La luz destacó la desnudez de su cuerpo una vez que se hubo quitado la ropa con rapidez, antes de soltarse el pelo moreno que llevaba recogido en una trenza que le llegaba a mitad de la espalda.<br />
- Menos mal que ya empieza a remitir el frío.<br />
Las otras dos se acercaron y la imitaron. Guardaron la ropa en el maletero y sacaron de allí una mochila y un par de bolsas de plástico que se repartieron entre las tres de camino al claro del bosque frente al que habían aparcado el automóvil.<br />
- De verdad, qué ascazo.- murmuró entre dientes la más bajita, enseñándoles a las demás uno de sus pies lleno de barro y hojas mojadas.<br />
- Para ya de quejarte.- le reprendió la que se había agachado en el suelo junto a la mochila, con el pelo rojo y corto.- Vamos a terminar rápido y nos marchamos, que luego he quedado y no quiero llegar tarde.<br />
La morena silbó y sonrió.<br />
- Vaya... ¿con quién has quedado? Espera, que te ayudo.<br />
Entre ambas colocaron tres velas de cera blanca en disposición triangular, mientras que la última se afanaba en apilar troncos de leña seca que sacó de una bolsa de plástico en el centro. De repente, la morena soltó un chillido de sorpresa.<br />
- ¿Qué es esto?<br />
La pelirroja echó un vistazo de reojo.<br />
- Pues parece un sonajero.<br />
- ¡Sí! ¿Y qué haces tú con un sonajero?<br />
- Ya sabes... esas veces en las que dices "eh, venga, vamos a hacer locuras" y te vas a una de esas orgías rituales mágicas a principios de la primavera, a follar con el primero que te dice que una vez vio un duende, pero luego no te baja la regla y al final, nueve meses después... Pues en fin...<br />
- No, venga, ya en serio. ¿De dónde lo has sacado?<br />
- Estoy sacándome un dinerillo extra cuidando a los críos de mi vecina. Me lo he debido traer sin querer.<br />
- ¿Y qué tenéis en contra de las orgías rituales?- preguntó la bajita a la defensiva, mientras ponía papel de periódico sobre los troncos ya colocados.- A veces conoces a gente bastante agradable...<br />
- ¿Es que acaso has estado alguna en una?- inquirió la pelirroja, acusadoramente.<br />
- No, claro que no... una amiga me contó...<br />
- ¡Sí que has estado!<br />
- ¡Una borrachera mala la tiene cualquiera, ¿vale?!<br />
- Sí, como la del último San Juan... ¿te acuerdas, Nuria?<br />
- Olvidarse de aquello sería un pecado mortal.- rió la morena, a carcajada limpia.<br />
La bajita, mohína, se irguió con gesto amenazador. Chasqueó los dedos y el papel encima de la madera comenzó a arder de inmediato. Cada una de las brujas cogió una vela, cerró los ojos y aguardó en silencio. En cuanto el fuego se avivó y las llamas alcanzaron altura, una por una se acercaron a la hoguera y encendieron sus velas antes de volver a dejarlas en la posición inicial.<br />
- Esta vez será mejor que hagamos el ritual primero.- dijo la pelirroja, cogiendo un caldero metálico que puso encima del fuego.- Recordad lo que pasó la última vez.<br />
- Si no recuerdo mal, Nuria, fuiste tú la que la lió parda el mes pasado.- repuso la bajita, señalando a la morena.- Te empeñaste en celebrar antes y al final hiciste todos los hechizos mal, borracha como una perra.<br />
- Sí, es verdad.- admitió la chica.- Pero no me podéis negar que fue muy divertido.<br />
Las tres se sonrieron con malicia.<br />
La bajita sacó una bolsita de tela de la mochila, y una vez que el caldero estuvo lleno de agua fue echando algunas hierbas y flores.<br />
- Te has saltado el polvo de cuarzo, Cecilia.- le dijo la pelirroja, observándola.<br />
- ¿Qué? No, no me lo he saltado.<br />
- Sí lo has hecho.<br />
- No, mira... está de color azul, ¿ves?<br />
- Eso es un azul un poco relativo...<br />
- Que se lo he echado, coño.<br />
- Lo que tú digas, cabezota. Pero si la semana que viene te das cuenta de que no ha servido de nada, no me eches a mí la culpa.<br />
Cecilia la fulminó con la mirada antes de echar un polvo blanquecino sobre el caldero, solo por si acaso.<br />
Cuando hubo terminado y devuelto la bolsa a la mochila, las tres se reunieron alrededor de la fogata con trozos de papel doblado en los puños de sus manos.<br />
- Las bendiciones primero.- dijo Nuria.- Sara, empieza tú.<br />
La pelirroja desdobló el papel y leyó en voz alta.<br />
- Sobre el campo, las nubes se alejan. Brillará el sol. Para Adela.- y tiró un papel.- Te encontrará la infancia mañana, en el despertar. Para Ainara.- tiró otro.<br />
- Oh, Madre. Cuida su camino.- dijeron las tres al unísono.<br />
Nuria entonces se adelantó y leyó también.<br />
- Miradas ciegas, en mitad de un bar, se encontrarán. Para Felipe.- el papel desapareció dentro del caldero.<br />
- ¿Y ya está?- preguntó Cecilia, tras un minuto de silencio.<br />
- Sí, he tenido una semana ocupada y no he podido estar muy pendiente del vecindario. Te toca.<br />
- Oh, Madre. Cuida su camino.- volvieron a entonar.<br />
- Volverás a sentir el calor añorado. Solo persiste. Para Irene.- dijo después Cecilia.<br />
- ¿Ya has terminado?- inquirió Sara.- ¿Podemos celebrar?<br />
- No. También tengo una maldición...<br />
Tanto la pelirroja como la morena alzaron las cejas. Ella se encogió de hombros.<br />
- No soporto a vecina de abajo. Es una zorra sin corazón. Quiero que se vaya del bloque.<br />
- También puedes alejarla dándole una bendición...<br />
- No, lo siento. No se lo merece. Necesita un escarmiento.- sacó otro papel doblado y leyó.- Mala fortuna te perseguirá hasta que cambies tu ser. Para Claudia.<br />
- Oh, Madre. Vigila su camino.<br />
Y tras unos minutos más sin decir nada, Cecilia se inclinó junto al caldero y se acercó a la mochila para sacar tres copas de cristal del interior de una caja. Las tres las llenaron con el contenido del caldero y las alzaron hacia la luna.<br />
- ¡Chin chin!<br />
Brindaron, bebieron y sonrieron. Guardaron las copas y sacaron de las bolsas de plástico tres botellas de calimocho. Las levantaron en el aire y volvieron a brindar. Sara sacó de la mochila un mp4 y unos altavoces, que conectó y dejó encima de una piedra. La música inundó el claro y las brujas bailaron a su son, a la luz de la luna.<br />
- ¿No puedo ir a por los calcetines, por favor?<br />
- ¡¡No!!<br />
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[Imagen por <a href="http://christine-muraton.deviantart.com/" target="_blank">Christine-Muraton</a>]<br />
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