miércoles, abril 3

Tormenta

Es difícil disipar las sombras. Han tomado posesión de nuestro mundo, han crecido fortificadas a nuestro alrededor sin que nos diéramos cuenta y ahora amenazan con robarnos la luz y el aire. Muchos son los que esconden la cabeza, y muchos también los que encuentran el miedo reflejado en ojos ajenos. ¿Qué podemos esperar? No somos los descendientes de los especímenes más fuertes de nuestra raza, sino de los cobardes que huyeron o de los malvados que jugaron sucio para sobrevivir. Somos los herederos de un legado decadente, de una moral decapitada, de la corrupción, de un corazón y espíritu débiles. Tememos que las sombras nos ahoguen y que se nos cuelen en la cama por las noches, de que nos hagan llorar sin saber el motivo. Sombras que, aunque muchos no lo saben, han sido alimentadas por nuestra propia inmundicia.
Yo me limito a aguardar a la tormenta. Ansío ver las nubes acercarse, a la espera de truenos, deseo ver el cielo arder por un segundo y anhelo limpiarme por fin de esta sensación de decepción permanente.
Quizás después de la tormenta, las nubes se lleven consigo las sombras y consiga cazar un fugaz rayo de sol.
A mí esa esperanza me mantiene a flote, pero sé que el resto del mundo necesita algo más para liberarse de la oscuridad que lo oprime.

[Imagen por One-For-Scarlet]

1 comentario:

InfusiónDeLotoNegro dijo...

Totalmente de acuerdo.

Busquemos pues esas pequeñas chispas entre el vacío predominante.

Abrazo