miércoles, febrero 29

IASADE -99-

Mikäh la llevó a Italia por orden de los Sabios: a Cagliari, una ciudad en el sur del país y capital de la región autónoma de Cerdeña en la zona meridional de la isla de Córcega. Desde las alturas no era más que una insignificante mancha como todas las demás, irrelevante e intrusa en el verde primigenio del planeta, pero conforme las nubes se disolvían y quedaban a la cola de su estela veloz… la mancha se agrandaba y dividía con rapidez, como una enorme célula vibrante.
Los puntos indefinidos se convirtieron en edificios y los confusos trazos sin sentido en un entramado de carreteras que serpenteaba sobre la costa, ramificándose en torno al golfo e incluso sobre el propio mar, cuajado de muelles y barcos. Las casas eran de tonalidades pastel, marroncíneas, anaranjadas, blanquecinas, amarillentas, ocres, rosáceas… arracimadas de forma desordenada, apretadas entre sí, contrastando intensamente con el intenso color azul del océano.

El falso ángel aterrizó haciendo equilibrismos sobre la punta de una veleta plateaba que coronaba el tejado rojo de una casa próxima a una plaza con una pequeña iglesia. Un grupo de niños jugaba al fútbol bajo la mirada desaprobadora de tres ancianas vestidas de negro que descansaban en un banco junto a la entrada del templo y una pareja de turistas que, con gorros para proteger sus cabezas del sol, rodeaban la casa con ojos clavados en un mapa de la ciudad. Se respiraba allí un agradable aroma a sencillez y humildad.

- No está mal, ¿eh? No puedes quejarte de que los Sabios no te manden a sitios bonitos.
- No, sobre eso no puedo decir nada.- admitió, contenta.- Bueno, vete. Te llamaré cuando acabe.
- Eres muy antipática cuando quieres.
- No me seas crío, las normas son las normas.
- Las normas te las puedes saltar, están para eso.
- No, no puedo. Necesito estar sola para esto. Tranquilo, no voy a meterme en problemas.
- ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo.
- ¿Me lo garantizas?
- Sí.
- ¿Me lo juras…?
- Que sí, pesado. Adiós.

Mikäh rió, le revolvió el pelo con ternura y alzó el vuelo de regreso a la Capital.

Y cuando lo perdió de vista, respiró más tranquila. Mikäh no le molestaba en absoluto: era su confesor y el único con el que podía hablar de sus problemas. Aparte, era su amigo y sentía por él algo muy fuerte que no quería pararse a examinar con detenimiento. Pero elegir un usuario era una tarea que debía hacer sin ayuda de nadie, sobre todo ahora que era consciente de que la conexión entre sus usuarios y la vida de Cassidy era una certeza real; había tenido mucho tiempo para pensar sobre ello y las semejanzas eran claras, lejos de simples casualidades.

Observó a Cagliari con los ojos entrecerrados, intentando averiguar a simple vista qué relación guardaba con ella. La Coruña era la ciudad donde Cassidy se había mudado con Michael al dejar su hogar, Nueva York era el lugar que la vio nacer y Belice era el sitio al que se había marchado su madre cuando ella no quiso acompañarla.
Porque, tras los recientes descubrimientos y el tiempo que había dedicado a repasar todos los datos que tenía, había descubierto que la señora Gwen había sido su madre. La madre de Cassidy.
Sara, su primera usuaria, había perdido a alguien muy importante para ella y Cassidy había perdido a Michael por culpa del cáncer. Los padres de Samy estaban divorciados y en malos términos, y los padres de Cassidy también lo habían estado. Olli deseaba reencontrarse con su hijo y Cassidy, aunque abandonó a su madre para irse con Michael en vez de seguirla a Belice, también anhelaba un reencuentro. El Sueño de Claudia era ser madre, al igual que el de Cassidy.

¿Qué tendría en común con su próximo usuario?

1 comentario:

Anaid Sobel dijo...

Sea lo que sea, la hará conocerse más a sí misma, seguro
*_*

Que bien escribes, mona¬¬