lunes, enero 9

El frío es sólo una excusa para llorar

Esta mañana hubiera deseado no tener que salir de la cama. Todos los años, el final de las vacaciones de Navidad y el regreso a las clases es algo desagradable, pero esta vez me ha resultado más duro que de costumbre.
El termómetro de la farmacia marcaba 2.5 cuando he cruzado la carretera de camino a la Facultad. El aire frío era sólo una excusa para llorar, para camuflar las lágrimas de reacción fisiológica inevitable. Me siento sola, y la soledad me espanta la inspiración y la motivación con vergonzosa facilidad. Ya no recordaba lo mucho que duele, después de haberme desacostumbrado y despojado de ella. Hace años que modifiqué mi carácter y lo orienté a la vertiente socializadora del ser humano, dejé de caminar a solas por la vida y abandoné mi férrea independencia. Y ahora que vuelvo a mi hábito solitario me doy cuenta de lo mucho que he cambiado.
Se han alineado las circunstancias para enturbiarme el ánimo. Ayer te fuiste. Y a pesar de estar ya en mi último día de la regla, la hipersensibilidad todavía me congestiona el alma, haciéndome apretar la mandíbula para contener el llanto. Por que el día a día se me hace doblemente difícil cuando no estás a mi lado.
Durante unos minutos del trayecto un muchacho anduvo por delante de mí, dejando una estela de intenso olor a detergente de la ropa. Olor a limpio y a camisas recién colocadas sobre la cama. Parecía que antes de salir de casa se hubiera rociado el cuerpo entero con colonia de Vernel.
Al bordear el parque, ya en el último tramo del camino, he visto un árbol de ramas desnudas coronadas por piñas rojizas. Y tal vulnerabilidad me ha parecido desalentadora. Es la primera vez en mi vida que los estragos del otoño me entristecen; será que estoy empezando a sentirme vieja.
Mi corazón canta en una frecuencia tan baja que, incluso con la distancia de por medio, tú eres el único que puede escucharlo.

[Imagen por NegativeFeedback]

3 comentarios:

Anaid Sobel dijo...

Me has encogido el alma, cariño. En serio, me has dejado más fría que el hielo que me acompañó a clase esta mañana.

Espero que tu cálida primavera no tarde mucho en caldearte de nuevo.

Un beso enorme querida, queridísima amiga.

Juliette Miroux dijo...

Cuesta trabajo acostumbrarse a los finales, duele y bastante, pero con el tiempo aquellas heridas se curan.
Hermoso blog :)

jag. dijo...

Sencillo y hermoso, Nerume.