miércoles, mayo 25

Correlato

Bueno, esto que dejo ahora aquí es un ejercicio de clase para la Facultad, en concreto para la asignatura de Escultura. El objetivo era hacer un correlato sobre una de mis amigas de clase. Para el que no lo sepa, un correlato es contar una misma cosa, un mismo mensaje esencial, de formas distintas. Interviniendo el propio mensaje sin alterar su sentido, utilizando diferentes materiales, diferentes medios de expresión... Un poco a lo que cada uno invente.
Yo tenía que descomponer la información de mi amiga y recomponerla de otra manera. Y tras pensar un rato, decidí hacerlo por escrito. El texto es un poco difícil de entender, sobre todo porque muchas cosas las he convertido en metáforas y otras tantas son asuntos cotidianos, "bromas" de día a día entre nosotras que no se pueden entender. Pero me apetecía dejarlo por aquí.

***

La pequeña flor tenía hipo, un hipo que le duraba día y noche y no le dejaba dormir. Pero sin embargo, no podía decírselo a nadie: todo el mundo sabe de sobra que las estrellas están atentas a los cotilleos nocturnos y que lejos, en otros países, el mundo está mucho peor que aquí. A veces, cuando bailaba, se le olvidaba por completo. Era algo que sucedía muy de poco en poco, casi tan a menudo como los cinco solsticios del año o tan escasamente como la aparición del sabor democracia en las heladerías de otoño. Cuando se llenaba las manos y la cara de colores, el hipo se asustaba y guardaba silencio intentando disimular su impertinencia, y era entonces cuando la pequeña flor aprovechaba para sonreír tanto o más que el propio sol en fotografías que ojalá, pensaba, perduraran al paso del tiempo y al hambre feroz del desarrollo mediático.

Pero sigue sin saber cómo curarse el hipo, a pesar de haber visitado a los mejores especialistas en inquietudes degenerativas, de haberse sometido a terapias intensivas tales como Vegetaciones Ariscas o ingerido los medicamentos con índice más alto de “tipsy-point” en el alcoholímetro recomendable. Después de varias noches sin pegar ojo, empieza a llorar. Y llora por todo: por esos colores de la escala cromática que nadie conseguirá representar jamás, por el indeseado aborto fotográfico que nunca va más allá del negro y acuoso túnel en el tanque de revelado, por las palabras que suplantan a esos gestos bimilenarios, por esas personas con complejo anti-ancla que se niegan a poner los pies en el mismo suelo durante más de día y medio, e incluso por las incógnitas torpes que son incapaces de poner bien un pie detrás de otro al ritmo de una melodía sencilla. Dada la situación… lo único que le apetece es marcharse de viaje al Polo Norte a lomos de su pony con crines moradas para jugar con humo de frutas al lado de los pingüinos liberales y dejar de lado los jeroglíficos innombrables que enturbian sus sueños hiposos.

Pobre pequeña flor, que no puede vivir tranquila debido a ese maldito hipo que no descansa ni noche ni día. Pero yo sé que cuando eche brotes por fin, y sus pétalos tomen el color tostado de la madurez (y con aspecto algo quebradizo, a pesar de ser más fuerte), el mal que la aqueja dejará de tener importancia. El hipo no desaparecerá, pero sí de molestar. Y tomará la forma de un pepito grillo en miniatura que se balanceará en sus rizos, frecuentemente atento y con ganas de homenajearse con unas largas vacaciones.

[Imagen por LiiQa]

1 comentario:

Anaid Sobel dijo...

Es un texto PRECIOSO, en serio, esas metáforos, esos juegos... Todo! Me has fascinado
:3


Debería solucionar mi insomnio, pero verás he descubierto los tres vértices de la vida universitaria. Dormir+Estudiar y aprobar+Vida social.
Solo puedes elegir yo, y creo que ya sabes cual he abandonado