jueves, agosto 12

IASADE -33-

- No sé porqué, pero la imaginaba a usted mayor.

Cassia le rió el comentario al señor Collins, que había tomado asiento en el sofá de cuero marrón en el que se sentaba su hija durante las sesiones. Era un hombre no demasiado alto, pero atractivo y corpulento, de mentón fuerte y mirada acerada.

- Me suele pasar. Muchos de mis pacientes, y muchos padres de pacientes, se asombran de conocer a una psicóloga tan joven. Ya me he acostumbrado. ¿Le apetece un café, señor Collins? ¿O quizá una taza de té?
- No, gracias. No tengo intención de demorarme mucho. Sólo quería hacerle una pregunta.
- Pues pregúnteme.
- La semana que viene es el cumpleaños de Samantha. Cumple dieciséis, como ya sabrá. Le gustaría celebrar una gran fiesta, aunque no tiene muchos amigos. La cuestión es... que quiere que tanto yo, como su madre, acudamos a la fiesta.
- Sí, me lo ha comentado.
- ¿Y qué opina usted, señorita Addams?- le preguntó seriamente Matthew Collins.- ¿Cree que es buena idea? La madre de Samantha y yo no estamos en buenos términos. Es posible que acabemos discutiendo y no me gustaría estropear la fiesta de mi hija.

Cassia sonrió para sus adentros ante aquella oportunidad. Sabía que Samantha deseaba ver a sus padres juntos en su fiesta de cumpleaños y también sabía que aquella era una ilusión en potencia de la que la luciérnaga podía sacar tajada. Tenía que eliminarla.

- Hablando francamente, señor Collins... no. No creo que sea una buena idea. Pero no por las posibles discusiones que puedan tener su mujer y usted, sino porque Samantha aún no ha aceptado el hecho de que no están juntos. Lo sabe, pero sigue albergando esperanzas de que se reconcilien. El hecho de que ambos estén en su fiesta de cumpleaños no hará sino fortalecer dichas esperanzas. Y eso no le hace bien.
- Comprendo.- se puso en pie.- Muchas gracias, señorita Addams.
- No tiene que dármelas, señor Collins. Ah... ¿podría decirle algo más?
- Por supuesto.
- Esa chica, la nueva amiga de Samantha...
- ¿Meryl?
- Sí, ella. Creo que influye demasiado en su hija. Últimamente me suele decir a menudo "Meryl dice esto", o "Meryl piensa que..." Y no creo que sea bueno para ella. Samantha tiene que aprender a tener un pensamiento independiente, y Meryl coarta demasiado sus opiniones e ideas. Estaría bien que se mantuviera un poco separada de ella.
- Muy bien, haré lo que pueda al respecto. Gracias de nuevo. Samy se ve... mucho más feliz desde que empezó la terapia.
- Me alegro enormemente de que así sea. Hasta la próxima, señor Collins, y siéntase libre de llamarme si necesita cualquier cosa.
- Adiós.

Cassia le abrió la puerta del apartamento y despidió al señor Collins y a su hija, que aguardaba fuera, con una sonrisa y un gesto de la mano. Después cerró la puerta y apagó las luces.

- Eso último ha sido bastante hábil.- murmuró una voz aterciopelada en la oscuridad.
- Gracias, Satzsa.
- Tengo información para ti.
- Dispara.
- La luciérnaga se llama Amiss, y su Ángel, Ael. Como ya sabíamos, es una Mediadora. Este es su segundo encargo. No lo tengo confirmado, pero al parecer va persiguiendo una ilusión.
- Ya me lo había imaginado.
- Ten cuidado con esa paloma, pequeña. Es peligrosa. Que no te vuelva a pillar desprevenida.
- No lo volverá a hacer.
- Bien. Ah, te he conseguido un modelito irresistible para la juerga de esta noche. Y he reservado mesa para cenar. Cámbiate ya, tenemos que atracar a alguien de camino al restaurante.

1 comentario:

Anaid Sobel dijo...

Dios!! Es fascinante en serio!!
Me encanta ese final tan adecuado pero informal. Es... ¡perfecto!