viernes, agosto 13

Días de playa

Son muchos los buenos recuerdos que tengo de la playa cuando era pequeña. En su momento no me parecían gran cosa tales experiencias, pero ahora volviendo la vista atrás las recuerdo con mucho cariño y nostalgia, deseando poder repetir.

Siempre he veraneado en playas de piedras. Mucha gente se queja de ellas y prefiere las de arena fina y suave, donde puedes jugar a enterrarte y a hacer castillos de arena. Pero yo no. Odio que la arena se me quede pegada al cuerpo cuando salgo mojada del mar, que se me meta dentro del bañador, que me manche la toalla o que se me quede en las zapatillas incluso después de haberme lavado los pies antes de irme de allí. Las de piedras son más limpias y al contrario de lo que muchos piensan, también agradables y cómodas. Y si no quieres hacerte daño en los pies sólo tienes que ponerte las chanclas de camino a la orilla.

Nunca ha sido mi fuerte tomar el sol, me resulta tremendamente aburrido. Así que pocas veces se me verá bajo la sombrilla tirada sobre la toalla. Mi hábitat natural es el agua. De pequeña resultaba difícil sacarme de allí, y si consentía en salir, me quedaba en la orilla, pensando e imaginando cosas. Hablaba con el mar y le contaba mis secretos, me inventaba historias de sirenas exiliadas y reflexionaba. Hoy en día, esto último, lo sigo haciendo. Me quedo ensimismada dándole vueltas a grandes interrogantes no sólo sobre mi vida, sino sobre la existencia en general. Es un momento zen de paz y profundización interior.

Pero sin duda lo mejor de los días de playa, es el momento post-playa. Cuando te sientas, o te tumbas, y sigues sintiendo el vaivén de las olas a pesar de no estar en el mar. Cuando llegas a casa muerto de hambre y pillas la comida con unas ganas que te hacen disfrutarla más de lo normal. Cuando te dejas caer en la cama o en el sofá, reventado, y duermes una siestorra de dos o tres horas en la puñetera gloria.

[Foto: soy yo, hace cuatro años. Tengo la cara rara porque me estaba dando todo el solano y no podía abrir demasiado los ojos]

2 comentarios:

Anaid Sobel dijo...

Yo también adoro la playa, sin más. Es mi lugar favorito del mundo^^
Si te gustan ls playas de piedras te habría encantado una playa en la que estuve en mi viaje a Cabo Verde, toda de cantos rodados negros de pieda volcánica.
ESPECTACULAR.


Besos, amiga mía.
(LL)

Anónimo dijo...

Y cuánto bueno cuenta el mar cuando se le escucha :)